"Viernes 13" es un aceptable inicio de una de las sagas cinematográficas de terror más emblemáticas de la historia del cine, dirigida por Sean S. Cunningham. Tras un largo cierre por la desaparición de un niño y la muerte de una pareja adolescente entre 1957 y 1958, un empresario de camping decide reabrir el infame Crystal Lake a inicios de los 80s. Sin embargo, en el curso de instructores, un asesino en serie se dedicará a matarlos a todos sin distinción. Luego de una breve, pero fructífera colaboración con el legendario Wes Craven, para quien produjo el film "The Last House On The Left" (1972) y aprovechando el reciente éxito del clásico "Halloween" (1978) del también eterno John Carpenter (considerado el inicio del slasher como subgénero) el productor Sean S. Cunningham se embarcará en el que será el mayor proyecto y "caballito de batalla" de su vida, "Friday The 13th" (1980). Valorado como uno de los puntos culmines del tan odiado (por los críticos) subgénero slasher e ícono del cine de terror de la segunda mitad del siglo XX, "Friday The 13th" (1980) iniciaría una larga y exitosa, aunque criticada franquicia que comprende (hasta la fecha) doce películas, un show televisivo, novelas, cómics, videojuegos y mercancía temática. Convertida, en su momento, en un fenómeno cinematográfico en el siempre vapuleado arte de aterrar y horrorizar, bien vale la pena destacar la importancia del film y su legado en el cine de terror.
"Friday The 13th" (1980) aparece en un momento oportuno para ayudar a cimentar las bases del slasher, que como sabemos proviene de los clásicos thrillers "Psycho" (1960) de Alfred Hitchcock, "Peeping Tom" (1960) de Michael Powell y "Dementia 13" (1963) de Francis Ford Coppola y los giallos italianos de los 60s y 70s, como "La Ragazza Che Sapeva Troppo" (1963) de Mario Bava y "L'uccello Dalle Piume Di Cristallo" (1970) de Dario Argento, principalmente. Con "Halloween" (1978), Carpenter había tomado toda la imagenería visual del thriller y el giallo, especialmente, para adaptarlo y, en cierta forma, banalizar el estilizado género de asesino en serie, y direccionarlo inteligentemente al público adolescente, siempre ávido de experiencias fuertes. Así, Sean S. Cunningham se contactaría con sus amigos productores Stephen Minasian y Philip Scuderi para materializar su intención de "hacer la película más terrorífica hasta la fecha", en la línea de "Halloween" (1978) de John Carpenter y siguiendo las directrices del nuevo subgénero que estaba en plena construcción, el salsher. Con el título provisional de "Long Night At Bloody Camp" Cunningham encargaría a su guionista de cabecera Victor Miller ("Manny’s Orphans", 1978) la elaboración de la historia, que terminaría con correcciones e indicaciones de Ron Kurtz, pero que proponía a grandes rasgos la brutal experiencia de un grupo de jóvenes que terminan asesinados por un desconocido, cuya identidad se descubre en el clímax. Sin saberlo, Miller y Kurtz establecerían las bases de todo un subgénero, que devengaría en un vendaval de producciones similares, la gran mayoría de cuestionada calidad, pero muy exitosas en taquilla.
No cabe duda que la trama de "Friday The 13th" (1980) bebe directamente de "Halloween" (1978), incluso podemos decir que en muchos aspectos es una copia descarada de varios de sus principios, pero el film de Cunningham también explorará sus propios derrotaderos, como el hecho de basar sus cimientos en la locura del asesino a partir de un hecho traumático, con evidentes referencias hitchcockianas a "Psycho" (1960) a la relación madre e hijo, aunque más enfocado en la venganza que un relación incestuosa velada. Así es porque Victor Miller será claramente menos brillante y banal que Joseph Stefano, guionista de "Psycho" (1960), pero encontrará las claves para empezar a construir la leyenda y dar a luz uno de los mayores íconos del cine de terror de todos los tiempos, Jason Voorhees. Cunningham y Miller, entonces, configurarán "Friday The 13th" (1980) a partir de uno de los grandes clichés del slasher, subgénero del que no estaban conscientes aún de estar ayudando a crear, las relaciones sexuales adolescentes prematrimoniales. La trama del film establece claramente que el niño Jason Voorhees se ahogó en el Camping Crystal Lake cuando los instructores, que se supone estaban para velar por la seguridad de los niños, desatendían sus labores y mantenían relaciones sexuales. Así, en este juego dual de la moraleja y el morbo, la gran mayoría de los asesinatos que cometerán Pamela y Jason Voorhees son esencialmente un castigo a la sexualidad liberada y despreocupada de adolescentes, que más que acudir al camping a trabajar como instructores, más bien buscan la oportunidad de flirtear y tener sexo promiscuo.
Y ello nos llevará a uno de los aspectos más distintivos del film y de la saga, que es la explícita sexualidad que se muestra en pantalla. Lo podremos ver con mayor frecuencia en la seguidilla de secuelas, pero lo cierto es que en "Friday The 13th" (1980) Cunningham explora y satisface el morbo del público adolescente de ver jóvenes desnudos, preferentemente mujeres, prestas para ser asesinados sin que obviamente ellos lo sepan. El asesinato de la pareja en una de las habitaciones, él por una flecha que le atraviesa el cuello y ella por un certero hachazo mientras viste un diminuto calzón luego de mantener relaciones sexuales, será (por consiguiente) reflejo de una imagenería visual que la cinta herederá a sus secuelas, como componente central del que terminará siendo un fetiche. Por eso no es extraño que la película inicie justamente con una pareja adolescente, que busca intimidad en un granero. Al igual que Carpenter en "Halloween" (1978), Cunningham muestra a las víctimas desde la perspectiva del asesino en los primeros minutos de metraje, para mantener oculta la identidad del asesino hasta prácticamente el clímax. Entre tanto, aunque de forma no muy variada, y se entiende porque ésta es la primera entrega de lo que será la larga saga "Friday The 13th" (1980-2017), el asesino atacará principalmente con cuchillo, aunque no por ello explore otras formas de asesinato, como el empalamiento con flecha, el ahorcamiento y el hachazo.
Otra de las decisiones narrativas que termina siendo acertadas es el hecho de presentar potenciales protagonistas que terminan por relegar el protagonismo a otros. Y ello lo vemos principalmente desde el inicio, primero con la pareja asesinada en 1958, luego con Annie, la chica que se dirige a Crystal Lake para ser cocinera del campamento y el camionero que la lleva hasta el lugar, pasando por cada uno de los chicos que caen en manos del asesino y, por supuesto, la identidad del verdadero asesino. En la actualidad es predecible, pero en su momento el público tuvo siempre la sensación de que el asesino era Jason Voorhees. El personaje de Pamela Voorhees, interpretada por Betsy Palmer ("The Tin Star", 1957), resulta interesante y su breve aparición da clara cuenta de que nunca se pensó que el film diera origen a una larga saga. Sin embargo, a lo largo de las secuelas que siguen a "Friday The 13th" (1980) se terminará por construir su figura como personaje, en donde se desprende que Pamela es para Jason Voorhees lo que es Norma para Norman Bates en "Psycho" (1960) de Alfred Hitchcock. Jason sería el fruto de una relación pasajera y su hidrocefalia habría desarrollado en su madre un carácter sobreprotector y hostil hacia quienes se burlaban de su hijo. Tras la muerte accidental de éste, ahogado en el Crystal lake, la locura le llevaría a desatar la muerte por doquier, a instancias del espíritu de su hijo (que como Norman Bates, no acepta la muerte de su madre) y, por lo tanto, asume que debe vengarse porque su hijo se lo demanda.
Otro de los pilares del por qué "Friday The 13th" (1980) funciona en forma eficiente, además de jugar con esta moralina y morbo sobre el sexo juvenil, es su trabajo de cámara, que transita entre lo deliberadamente amateur y la falta de presupuesto. El fotógrafo Barry Abrams regala variadas postales descuidadas y sucias, la mayoría desde la perspectiva del asesino, para captar de mejor forma la reacción de las víctimas ante el ataque sorpresivo. Abrams, además, no abusará del que terminará siendo reiterativo recurso de filmar persecusiones en bosques frondosos, que como sabemos se convertirá en otro de los grandes clichés del subgénero y del terror en general. Lo que nos lleva al trabajo de efectos especiales, encabezado por el legendario Tom Savini, que con su asistente Taso Stavrakis, demuestra su habilidad para crear realistas muertes como cuchillos que cortan gargantas, hachazos en la cara, fechas incrustadas por el cuello y brutales decapitaciones, que incluso hoy sorprenden por su efectividad, en esta época de gloria y honor al CGI y desprecio por el maquillaje más artesanal. De la misma forma, Savini diseñaría el emblemático maquillaje del deforme Jason Voorhees que emerge del lago en el epílogo, cuya idea de incluirlo a pesar de los cuestionamientos de Miller, sería el sustento (sin saberlo) para toda una franquicia que se ha extendido hasta nuestros días. El score estuvo a cargo de Harry Manfredini, quien se basa en la música de "Psycho" (1960) y "Jaws" (1975) a cargo de Bernard Herrmann y John Williams, respectivamente. Sin embargo, una de sus más originales aportaciones será la creación, junto a Cunningham, del sonido incidental "ki ki ki ma ma ma", reforzado por medio de una máquina de reverbación de eco, y que proviene de la frase "kill kill kill, mommy" ("mata, mata, mata, mamá").
Las actuaciones son bastantes flojas, evidentemente, no cuenta con performances sobresalientes y ello se debe a varios factores, comenzando por el guión de escasa profundidad dramática y desarrollo de personajes, y la juventud e inexperiencia de la gran mayoría. Los únicos que resaltan y que trascendieron son un debutante Kevin Bacon ("Sleepers", 1996) encarna a Jack Burrell, uno de los jóvenes instructores que terminan en manos del asesino, y Adrienne King ("Friday The 13th, Part 2, 1981) como Alice Hardy, la novia del jefe instructor, que interpreta en esta película y su secuela a la primera "scream queen" de la franquicia. Harry Crosby encarnó a Bill Brown, uno de los más payasos del grupo. Laurie Bartram como Brenda. Jeannine Taylor encarna a Marcie Stanler. Robbi Morgan como Annie Phillipis, la malograda cocinera de Crystal Lake. Y Peter Brouwer interpretó a Steve Christy, jefe de instructores. En el reparto "experimentado", como ya mencioné, encontramos a Betsy Palmer y Walt Gorney. Palmer, a la que nunca le gustó el guión y sólo accedió a participar porque el pago le permitiría comprar un nuevo vehículo, interpreta a una icónica Pamela Voorhees, escalofriante en su demencia en los pocos minutos que aparece en pantalla, y que tendrá un cameo en la secuela "Friday The 13th, Part 2" (1981) de Steve Miner.
En definitiva, aceptable inicio de una de las sagas más emblemáticas y exitosas del cine de terror, en concreto, el slasher, en la historia cinematográfica. Junto a sus dos secuelas inmediatas, constituyen correctas películas para su tiempo y aportan en construir a uno de los más icónicos asesinos en serie de la pantalla grande.
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