Debe de querer mucho David Foenkinos su obra, o desconfiar también lo suficientede los demás, para haber llevado a la pantalla por motu propio (al alimón juntoa su hermano Stéphane) el que quizá sea uno de sus libros más populares, 'Ladelicadeza', publicado en nuestros lares por Seix Barral. También podría serque Foenkinos hubiera pensado ese libro como imágenes, que hubiera nacidocomo colores y líneas antes que como verbo. Esta última idea es especialmentesugerente, sobre todo porque invierte la lógica, más bien el tópico, de los filmesque adaptan textos; el resultado de la película, sin embargo, para nada contemplaesas posibilidades: el objetivo de quien la firma es seguir la línea argumentaldel libro y así, tan pobremente, 'La delicadeza', en vez de ser fiel a su título, seconvierte en una oda al cliché, en un liviano ejercicio sobre lo cursi.Así, resulta ilustrativo comparar el arran
Leer crítica