Crítica de SensaCine.com para El cielo protector: Turistas o viajeros

En 1990, tras algunos trabajos precedentes (Novencento, El último emperador) que habían situado sus conflictos dramáticos en tiempos y/o espacios alejados de su lugar de origen, el realizador italiano Bernardo Bertolucci llevó a la gran pantalla la novela homónima del americano Paul Bowles, El cielo protector, filme que destaca, entre otras cosas, por varios apartados técnicos, especialmente por la fotografía del eminente Vittorio Storaro y por las magníficas estampas registradas en Marruecos, Argelia y Nigeria.

Se trata de un drama romántico con triángulo incluido donde una pareja neoyorkina viaja al norte de África con un amigo pensando que será esa la solución a su crisis conyugal. Todo se empieza a complicar en ese territorio desconocido. Lo que sucede es que la grandilocuencia formal de Bertolucci acaba engullendo a los personajes, que no acaban de tener una autonomía fuerte, y la afectación, las ambiciones, la música subrayadora... no dejan respirar a un relato que resulta sobrecargado y demasiado extenso. Eso sí, nadie dudará de la belleza de los paisajes en los que el trío protagonista se pierde, por mucho que Bertolucci no sepa construir realmente esos procesos de búsqueda y cuestionamiento.

A favor: La fotografía y las localizaciones.

En contra: Es extremadamente ampulosa y preciosista y resulta vacía.