Tras el éxito con "Belle de Jour" su película donde explora el deseo sexual y donde deja claro que su poderío visual y narrativo es único, Luis Buñuel vuelve a sus inicios ahora más que nunca para regalarnos en su etapa francesa final un film puramente surrealista y una de sus películas más polémicas junto con "Viridiana".
La película que mezcla la sátira con la fantasía y lo absurdo es un relato que cuestiona la fe cristiana.
De nuevo Buñuel nos habla de la religión, esta vez no desde un punto de vista de crítica, si no para mostrarnos la cara negativa de la fe, y de como la misma puede generar confusión, fanatismo y violencia.
A su vez Buñuel reconoce que la búsqueda de algo en lo que creer es algo profundamente humano y necesario en la vida de las personas.
El que la película aborde todo esto con humor negro y sátira no hace precisamente que sea una crítica, simplemente da a entender su fascinación y a su vez rechazo por la religión cristiana.
Aunque surrealista, la película no es del estilo de por ejemplo "Un Chien Andalou", es un surrealismo en el que se conservan diálogos racionales pero en situaciones espacio temporales ilógicas e imposibles.
Sinceramente la puesta en escena es de lo mejorcito del film, con una fotografía muy naturalista, planos largos muy bien implementados y encuadres frontales.
De nuevo el simbolismo típico en Buñuel está presente, los cuales ayudan a reforzar mi idea del significado de la película.
Yo creo ya a nivel personal que "La Vía Lactea" refleja varias de las obsesiones que Buñuel a demostrado que tiene durante toda su vida como la religión, el deseo, la fe y el control social.
Un reparto realmente interesante, con de nuevo Michel Piccoli y Pierre Clémenti, y añadiéndole en escenas muy concretas a Alain Cuny.
La trama narra la historia de dos peregrinos que desde Francia estamos haciendo el camino de Santiago.
Durante el mismo se encontrarán con personas muy extrañas y vivirán sucesos muy raros, incluso cambiaran de época constantemente.
Sin duda "La Vía Lactea" es una película profundamente libre y provocadora, donde Buñuel pone todo el saber narrativo acumulado para de forma surrealista y absurda hacer una revisión de sus obsesiones más profundas acerca de la religión.