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Martin Oaks
158 usuarios
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4,5
Publicada el 21 de junio de 2025
El personal “toque Lubitsch”, un magistral empleo de la sugerencia, de la alusión mediante la elipsis, con puertas que se cierran y se abren, literal o simbólicamente, ofrece aquí un sagaz retrato de la sociedad americana, con un estilo sutil y mordaz, aportando un estudio sobre la naturaleza de las relaciones humanas, la soledad, la búsqueda del amor y las conexiones humanas en un mundo a menudo solitario.
Una pequeña tienda de artículos de regalo en Budapest, y sus empleados, encabezados por el meticuloso y a veces gruñón Alfred Kralik (James Stewart), conviven bajo la atenta mirada de su jefe, el Sr. Matuschek (Frank Morgan). La dinámica cambia con la llegada de Klara Novak (Margaret Sullavan), una joven resuelta que, a pesar de chocar constantemente con Kralik en el trabajo, comparte con él una conexión romántica secreta a través de cartas anónimas. El genio de Lubitsch reside en cómo se maneja esta ironía deliciosa: los dos protagonistas se desprecian en persona mientras se enamoran perdidamente a través de la correspondencia.
James Stewart, en uno de sus papeles más icónicos fuera del drama, encarna a Kralik con una mezcla de frustración, encanto y una vulnerabilidad subyacente que lo hace irresistible. Margaret Sullavan se pone en la piel de Klara, dotándola de una mezcla de inteligencia, terquedad y una ternura que la hace completamente creíble. La química entre ellos es palpable, construyendo una tensión romántica sutil pero profunda.
Lubitsch dicta cátedra de elegancia y sutileza en “El bazar de las sorpresas”. Diálogos rápidos, miradas significativas, personajes que entran y salen con un propósito, y la capacidad innata para evocar emociones profundas sin caer en el sentimentalismo, son el sello de este gran maestro, que alterna momentos de hilaridad con otros de una melancolía sorprendentemente tierna. Lubitsch entiende la psicología de sus personajes y les permite respirar, mostrándonos sus defectos y sus virtudes con la misma compasión. La cinta reflexiona acerca de la importancia de ver más allá de las apariencias, de reconocer el alma gemela incluso cuando la fachada es irritante. Nos habla de la soledad en la multitud, de la esperanza y de la conexión humana, con la ayuda de una ambientación vibrante en el interior de la tienda, con la Navidad como telón de fondo, añadiendo así una capa extra de encanto y optimismo.
Alfred Kralik es el tímido jefe de vendedores de Matuschek y Compañía, una tienda de Budapest. Todas las mañanas, los empleados esperan juntos la llegada de su jefe, Hugo Matuschek. A pesar de su timidez, Alfred responde al anuncio de un periódico y mantiene un romance por carta. Su jefe decide contratar a una tal Klara Novak en contra de la opinión de Alfred. En el trabajo, Alfred discute constantemente con ella, sin sospechar que es su corresponsal secreta.
Una de las comedias románticas más importantes de la historia, con una dirección sublime. Lubitsch encadena planos de manera magistral, tan sólo en el primer minuto ya dibuja sentimientos de esperanza, temor y decepción, todo mediante medios exclusivamente cinematográficos. Un toque de ironía y frialdad, sin barroquismo ni sensiblería, distribuye las luces y las sombras, tanto en la fotografía como en el retrato de las emociones, mostrando sentimientos puros sin adornos. El guión por otro lado es sincero y puro, no hay nada recargado y sabe repartir bien los momentos de humor, los sentimentales y lo cotidiano. Los diálogos son magníficos, sumamente inteligentes.
Amores platónicos, desengaños, adulterio, groserías, intentos de suicidio, enredos, sorpresas, amistad... La comedia romántica por antonomasia, no se hace empalagosa y cuenta muchísimas cosas en poco tiempo, y pese a carecer de acción, la trama es trepidante y los minutos vuelan. La elección de casting es también muy buena, destacando sobre todo lo demás a un James Stewart que como siempre, está tremendo. Un caballero honrado, respetuoso, inteligente, elegante y con sensibilidad para el mundo.
Obra maestra del género, que aún siendo de 1940 n9 ha envejecido para nada mal.