Crítica de SensaCine.com para Voyager: El extranjero

Cuando Volker Schlöndorff decidió adaptar junto al guionista Rudy Wurlitzer ('Carretera asfaltada en dos direcciones') la novela 'Homo Faber' de Max Frisch, su principal cambio fue sustituir la nacionalidad suiza del protagonista Walter Faber por un origen estadounidense y la ambientación en la Europa de entreguerras por los años 50, precisamente cuando fue escrito el libro. Lo que consiguieron de ese modo es que las atribuladas desventuras de Faber perdieran su alegoría política a cambio de ganar una mayor trascendencia como relato de condena y autodestrucción personal.

Sam Shepard interpreta a Walter Faber, un profesional de éxito que se mueve por la vida (y el globo terráqueo) con indiferencia y parsimonia, como si fuera un mero actor secundario de su existencia. Eso no le impide entablar relación con bellas mujeres y, en general, vivir experiencias que merecen la pena ser recordadas, como su época en Zurich. Durante la mejor parte del filme, Faber conoce en un barco a Sabeth, una joven francesa interpretada por Julie Delpy, de la que se enamora y parten juntos en viaje a Italia. Las revelaciones posteriores sobre el probable origen de Sabeth y la posibilidad de un incesto perturban la plácida existencia de Faber, pero, como siempre, la fatalidad o el destino es quien toma una decisión que le impide actuar por su propia cuenta.

A favor: La luminosidad de Julie Delpy.

En contra: Algunos recursos formales de Schlöndorff han quedado terriblemente demodé.