Crítica de SensaCine.com para Mi amigo Ricky: Amigos para siempre

La que es, hasta la fecha, la única película dirigida por el actor Timothy Hutton (Gente Corriente, Beautiful Girls), es una muestra de ese género que los norteamericanos denominan coming of age, ese tránsito de la infancia a la edad adulta, o mejor dicho, ese momento en que el niño pierde la inocencia. En este caso se trata de una niña, interpretada por Evan Rachel Wood, en lo que suponía su debut en el cine, una cría soñadora de madre excéntrica, una fantástica Cathy Moriarty, que tendrá que hacer frente al verano más difícil de su vida. La amistad que iniciará con un joven deficiente mental llamado Ricky, interpretado al borde de la sobreactuación por Kevin Bacon, complicará las cosas.

Ambientada en los años sesenta, Mi amigo Ricky es un filme amable rodado con el firme pulso de un artesano, previsible y sin sorpresas. Ahora bien, el poso que deja el visionado queda lejos de maravillas como Un verano en Louisiana de Robert Mulligan, estrenada cinco años antes y que vencía una historia mil veces vista a base de emoción y una puesta en escena bellísima.

A favor: los secundarios, Cathy Moriarty y Mary Stuart Masterson

En contra: una historia demasiado previsible