Crítica de SensaCine.com para Fiebre helada: Un japonés en Islandia

Con el paso del tiempo Fiebre Helada se ha quedado como toda una rara avis del cine europeo de los noventa. Co-producción en la que conviven hasta cinco países (Estados Unidos, Alemania, Dinamarca, Islandia, Japón), es un misterio como Jim Stark, productor y mano derecha de Jim Jarmusch, llegó a co-escribir el guión de la película dirigida y co-escrita por el islandés Friðrik Þór Friðriksson.

El filme se inscribe dentro del género de las road movies, en este caso alucinadas, y tiene como macguffin la odisea de un ejecutivo japonés que deber viajar a Islandia para realizar una ceremonia funeraria tradicional a sus padres, fallecidos hace unos años en tierras islandesas. En el transcurso de su viaje, el protagonista se cruzará con un buen número de personajes extraños (a destacar una desastrosa pareja de ladrones americana. Unos divertidos Lili Taylor y Fisher Stevens) y se producirá el esperado choque de culturas. Modesta en su ejecución y resultados, Fiebre Helada, no deja poso tras su visionado, y se queda en un voluntarioso pero fallido híbrido de cine independiente norteamericano y cine de autor europeo.

A favor: la aparición del director Seijun Suzuki como abuelo del protagonista

En contra: que la historia nunca llega a emocionar