Juan Manuel Blanes recibe el encargo de hacer un retrato de José Artigas, del que sólo se conoce su rostro a través de un dibujo que le hicieron cuando ya era un anciano. Así que, Artigas deberá imaginárselo basándose en sus propias ideas.
Lucía y Ana María, dos jóvenes postulantes, descubren que el convento al que han llegado está marcado por rituales oscuros dirigidos por la madre superiora, Sor Águeda. Para sobrevivir, deberán enfrentarse a horrores inimaginables y resistir la influencia del mal.