“Invasion” es una serie que te pide paciencia desde el primer minuto. No porque sea lenta porque sí, sino porque va construyendo una sensación rara, casi incómoda, que a mí me atrapó desde el principio. Es de esas historias donde notas que algo enorme está pasando, pero los personajes todavía no lo han entendido del todo… y tú tampoco. Y ese punto intermedio entre la calma y el desastre me parece muy adictivo.
Lo cierto es que Apple TV tiene una forma particular de hacer ciencia ficción: cuida el sonido, el color, la música y hasta los silencios. Aquí vuelve a hacerlo. Da igual si estás en una casa perdida en un pueblo o en mitad de un desierto, siempre hay un peso visual que te empuja a mirar un poco más de lo normal. A ratos ni siquiera hacía falta que pasara algo espectacular; simplemente estar ahí ya era suficiente.
Entiendo que haya gente que se desespere con tantos personajes y tantos hilos a la vez. A mí al principio también me pasó. Pero cuando todo empieza a encajar, la serie gana muchísimo. De repente ves qué pintan Aneesha, Trevante, Mitsuki… y cómo cada uno está viviendo una invasión completamente distinta. Esa parte, más humana, es la que hace que la serie funcione. No es “aliens llegan, humanos corren”; es “los aliens llegan y pillan a cada uno con su vida rota de una manera distinta”.
La segunda temporada se nota más segura. No voy a decir que todo sea perfecto, porque a veces se dispersa y puede perder foco, pero también se siente más decidida. Hay episodios que de verdad te dejan pensando qué harías tú en su lugar, y eso para mí siempre es buena señal. En la tercera ya se nota que han encontrado el tono, que han podado lo que sobraba y que quieren llevarte a un sitio más claro.
A ratos quería que se lanzaran más a la acción. A otros, agradecía que bajaran el ritmo. Supongo que ese vaivén forma parte del encanto de la serie: nunca sabes si estás a punto de ver algo enorme o si solo te van a dejar ahí, incómodo, con una escena mínima que te remueve más que una explosión.
No es para todo el mundo, eso está claro, pero cuando te engancha… se queda contigo.