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    Dos años de trabajo y cientos de artistas para que nadie del equipo de 'Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith' se diera cuenta de este gazapo
    Randy Meeks
    Randy Meeks
    -Redactor de cine y series
    Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

    Servicio de limpieza jedi

    Por mucho que ahora se quiera reescribir la historia y hacer creer que las precuelas de Star Wars le gustaron a todo el mundo, lo cierto es que hasta el Episodio III la gente no se lo empezó a tomar en serio. Con los años, la nostalgia y el poco aprecio por la trilogía de secuelas hizo que se levantara el ánimo hacia La Venganza de los Sith, cuando ya el daño a personas como Ahmed Best o Jake Lloyd ya estaba más que hecho por el fandom.

    Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith
    Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith
    Fecha de estreno 19 de mayo de 2005 | 2h 20min
    Dirigida por George Lucas
    Con Hayden Christensen, Ewan McGregor, Natalie Portman
    Usuarios
    4,2
    Sensacine
    2,5
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    A recoger chatarra

    Sin embargo, pese a las críticas, cada episodio de Star Wars se vivía como una auténtica celebración. De hecho, el Episodio III demostró que la saga galáctica seguía dando beneficios recaudando ocho veces lo que costó. Y eso que después de revisar cada fotograma, de un montaje exhaustivo y de miles de personas trabajando en ella nadie se dio cuenta de un gazapo muy claro.

    Obi-Wan Kenobi llega a Utapau y es rodeado por un puñado de drones de combate dispuestos a cortarle la cabeza. No pintan bien las cosas para el jedi hasta que con un movimiento de mano tira un pedazo del techo Aplasta a unos cuantos bichos mecánicos y se da la vuelta para enfrentarse a Grievous, uno de los droides más maravillosos de la historia de La guerra de las galaxias, con cuatro brazos que blanden sendos sables láser.

    Pero en el momento que la cámara le enfoca... ¡Obi-Wan ya no tiene nada detrás! Ni trozo del techo, ni droides destruidos, ni nada que le impida caminar de aquí para allá. Lo de tirar el techo, ¿quedaba bien narrativamente? Sin duda. ¿Tendrían que haber tenido más cuidado? Desde luego. Si es que la Fuerza, sin control, no sirve de nada...

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