Originalmente, John Kramer solo era un pequeño cameo, la sorpresa final de una película de terror independiente que sorprendió a todo el mundo en 2004: Saw supuso el debut de James Wan en el cine, que desde entonces no ha abandonado, y además el pistoletazo de salida a una saga que ya desde su segunda parte empezaría a dar vueltas de campana proponiendo giros y giros de guion sin parar. Y quizá el más importante esté en su novena parte, Saw: Spiral.
No me apetece jugar a un juego
Nació de una idea de Chris Rock para revitalizar la saga Saw después de Jigsaw, su octava parte, y casi se la carga. Para tanto fue el error de Spiral que nació con la pretensión de ser un spin-off aparte y acabó convirtiéndose en la novena entrega, como queriendo ocultarla del mundo. Las pruebas estaban bien, pero salían poco y el resto no se sostenía por ningún lado. ¿La parte buena? Los productores decidieron hacer la entretenidísima Saw X para, si era el final, al menos cerrar el chiringuito con dignidad.
Sin embargo, hay un detalle en Spiral que no ha pasado desapercibido para los fans: el despacho del que sale Zeke Banks, el protagonista, que tiene dos nombres marcados en su puerta: Vincent y Jules, los dos protagonistas de Pulp Fiction. ¿Es entonces toda la saga Saw una precuela (o una secuela) de la película de Tarantino? Dado que Samuel L. Jackson aparece en ambas es poco probable, pero quién sabe. Es mucho más divertido soñar y hacer elucubraciones que quedarse en el simple guiño, al fin y al cabo.
Lionsgate
Spiral fue, por cierto, la primera película de la franquicia que no contó con Tobin Bell como John Kramer, a pesar de que el actor dijo que volvería sin problemas. A eso se le llama tener visión de futuro. Hasta ahora es la película con menos recaudación de la saga, solo 40 millones en todo el mundo, lo que se pega de bruces contra una realidad: era, también, la más cara. Si es que a veces es mejor no jugar a intentar hacer la cuadratura del círculo.
