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    Te contamos 'Código fuente'

    La nueva película de Duncan Jones, responsable del hit 'Moon', podría tildarse como la 'Memento' del Siglo XXI. Si 'Memento', claro, fuera tan buena. Y sin spoilers, claro...

    La segunda película de Duncan Jones -recordemos que su ópera prima, 'Moon', fue una píldora-sorpresa de minimalismo sci-fi tan aplaudida por el público como por la crítica- es parte de una premisa algo compleja: un piloto de helicóptero de las fuerzas armadas estadounidenses (al que da vida un convincente Jake Gyllenhaal) destinado en Afganistan despierta, de repente, con el cuerpo de otra persona en un tren con destino a Chicago. Tras ocho minutos de confusión una bomba explota destrozándolo todo, matando a todos y cada uno de los pasajeros.

    Sin embargo, nada es real, todo es virtual. El aturdido marine ha sido elegido -sin recordar cómo, cuándo, dónde ni por qué- para un programa pionero: ocupar la mente de un fallecido durante sus últimos ocho minutos de vida. ¿El objetivo? Encontrar al terrorista responsable de colocar la bomba e identificarlo... pues este, en el mundo real, planea hacer detonar una bomba sucia (=nuclear) en la ciudad de Chicago.

    Bajo dicha premisa... abróchense los cinturones y prepárense a volar. Porque 'Código fuente (Source Code)' es pura cinética, una bala que va a mil por hora en fragmentos de ocho minutos y que, siempre, inevitablemente, acaba explotando. Una película claustrofóbica, desasosegante, conspiranoide y adrenalínica a partes iguales; vaya, una mezcla imposible de 'Memento' con 'Atrapado en el tiempo (Groundhog Day)' ... lo que 'Origen (Inception)' trató de ser y no pudo. Un nuevo ejemplo de que cuando las buenas ideas se traslucen en las imágenes adecuadas queda como resultado una grandísima película.

    Cerremos con un apunte: 'Código fuente (Source Code)' recuerda y mucho al espíritu lúdico del cine más pop de los ochenta (el cine con el que Jones se crió), ese que se amontonaba en los videoclubs y tenía como referencia la Serie B americana filtrada por el tamiz de lo fantástico. Esperemos que la gente se anime a ir a verla al cine: la experiencia es todo un reto, una montaña rusa que no necesita de ningún 3D impostado para hacer más potentes lo mostrado. Y es que las imágenes de Duncan Jones son lo suficientemente poderosas para defenderse por sí solas.

    Daniel Villarraso

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