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    Quim Gutierrez ('Sexo fácil, películas tristes'): 'La salud de una industria se mide por la variedad de cosas que produce'

    La película escrita y dirigida por Alejo Flah, protagonizada entre otros por Marta Etura y Ernesto Alterio, se estrena el 24 de abril en cines.

    Jose Haro

    Sexo fácil, películas tristes es la primera película del director Alejo Flah. Se trata de una comedia romántica que transcurre entre una Buenos Aires y Madrid combinando la realidad y la ficción. Se estrena el 24 de abril en cines, en SensaCine hemos podido hablar con uno de sus protagonistas: Quim Gutiérrez.

     ¿Crees que el amor de las películas es posible en la vida real?

    Creo que uno tiene que hacerse su propia película en la cabeza y perseguirla sin duda. Esta película es la historia de un escritor en crisis que inventa una ficción con un objetivo profesional, pero pienso que una dosis de ficción adecuada puede ayudarnos a cambiar una realidad que no nos satisface. Este es el caso de la película. La historia cuenta cómo sin buscarlo se crean y se encuentran soluciones algo que en la realidad no ocurre. Es una muy buena manera de verlo, de cuan necesaria es la imaginación o la ficción para que nos encamine hacia aquello que creemos.

    Víctor, tu personaje, refleja mucho de Pablo, el que interpreta Ernesto Alterio, ya que uno es creación del otro en la película. ¿Hablasteis Alejo, Ernesto y tú para amoldarlos y que se pareciesen?

    La verdad es que no, pero estoy convencido de que Alejo lo tenía muy claro en su cabeza. Es obra suya. Hay una cosa inevitable y es el ‘alteregismo’ del autor con sus personajes que pueblan sus películas. Por distintos que sean los personajes que escribes es inevitable que en los protagonistas se cuele mucho de lo propio y más en este caso cuando es un hombre que tiene una relación que se hunde, que aparece otra mujer, eso juega.

    La película reinterpreta los clichés y se burla de ellos. ¿Cuáles son los clichés que más odias en una comedia romántica?

    En realidad no odio los clichés si se aderezan bien. Lo que más odio de los clichés es que tengas que entender el cliché por el hecho de que lo es. Hay algo que reconocer de ellos en las comedias románticas y es que si la historia que cuentas está bien armada es hasta placentero. Pero evidentemente cuando el cliché está metido con calzador me repatea, aunque no solo en la comedia sino en diferentes géneros. Por ejemplo, hay una escena de Comando, la película de Schwarzeneger en la que secuestran a su hija para que mate a un presidente latinoamericano, donde al comienzo muestran una serie de planos para reflejan la buena relación entre padre e hija... ¡Aparecían tirándose helados en la cara y todo! Esta forma de apretar las tuercas y de decir “mira qué bien nos llevamos” hechas sin ningún tipo de cuidado son las que no me gustan.

    ¿Crees que en el cine las comedias románticas están poco valoradas? ¿Por qué?

    Sí. Creo que ya no solo tiene que ver con la comedia romántica sino con la comedia en general. La comedia frente al drama siempre se tilda de género menor. Al final tiene que ver con buenas o malas películas. El problema está en que cuando ves un drama malo, como el tema es serio parece que tiene más excusa. Sin embargo, cuando ves una comedia romántica mala es complicado excusarla porque claro, como hablan de amor, es más fácil quitarle peso. Para mí las comedias románticas buenas son aquellas en las que hay como dos niveles. Uno es el entretenimiento, no hace falta buscar en nuestra historia personal para ver las cantidad de tonterías que podemos hacer por amor o desamor y eso puede provocar muchas situaciones graciosas. Y otro es el buscar respuestas o generarte preguntas sobre cosas que nos afectan a todos, como las relaciones. ¿Qué podría hacer mejor para hace mejor mi vida personal? Es el tipo de comedia que a mí me interesaba.

    ¿Crees que es más complicado en el cine hacer llorar o hacer reír?

    Se dice en general que es hacer reír, pero no lo sé. Llorar con ganas es muy bueno y reírte también. Al final se trata de hacer las cosas bien. Depende de las limitaciones de cada cual. Al final tiene que ver con un discurso propio. Si haces reír menos de lo que querías pero estás contando la historia más cerca de lo que tú tenías en mente es bueno, aunque pierdas unas cuantas risas. Y con el llanto igual. Hay veces que a pesar de ser una historia dramática no puedes evitar que se escapen algunas carcajadas en algún determinado momento. Si el nivel de empatía del espectador con lo que ocurre es tal que se siente avergonzado o se siente retratado y le provoca risa eso tampoco puede ser malo.

    ¿Crees que 8 apellidos vascos ha abierto un boom de comedias románticas?

    Para mí tiene tan poco de comedia romántica... tiene otros elementos pero poco de comedia romántica y lo que menos me gusta es eso. No me interesa nada. Lo que ha hecho es algo muy positivo que es demostrar a muchos escépticos que se lo podían pasar muy bien con una película así, y eso sin duda es buenísimo para todos. Conviene entender que hacemos películas comerciales que están muy bien y que permiten a la gente pasárselo bien y entretenerse. Que es una de las funciones del cine. La parte negativa para mí es que da la sensación de que lo único que se va a hacer ahora son comedias del mismo corte y creo que la salud de una industria se mide por la variedad de cosas que produce. Y en estos momentos hay toda una gama de películas medias que están al borde de la extinción y esa es la parte complicada. Evidentemente es complicado y suena a tirarse piedras a tu propio tejado cuando haces estas cifras, pero tiene claros y oscuros.

    ¿Cómo ha sido rodar con Alejo Flah, que se estrenaba como director?

    Es curioso porque jamás he hecho o dejado de hacer algo porque fuese un director novel. Para mí lo importante es la entrevista con el director. El contacto personal. La entrevista que tuve con él fue maravillosa y me convenció precisamente de enfrentarme a un personaje que de entrada no me caía simpático. En el guión, la parte argentina me resultaba cómica, graciosa, ocurrente, certera en las cosas que decía, en la colocación de los clichés... Mientras que mi personaje no me caía simpático y tiene que ver con algo que identifiqué muy rápido y es que el personaje de Víctor representa un tipo de persona que a mí no me cae bien. Es aquella persona que voluntariamente decide vivir en el sendero triste pero seguro de la vida y yo no me siento identificado con eso. Pero no es que ese tipo de personas me caigan mal, me caen mal los que además hacen bandera de ello armando grandes discursos como en algún momento hace Víctor defendiendo sus miedos. Esta película es de algún modo una especie de homenaje a este tipo de personas que saben que podrían tener una existencia un poco más brillante y luminosa y a pesar de esos miedos deciden enfrentarse a ellos y cambian las cosas que no les gustan. Y esa fue la forma de hacerlo atractivo para mí y espero que para el espectador también. Así fue como me convenció Alejo.

    Has vuelto a coincidir con Marta Etura ¿se te hace más fácil porque ya habías trabajado con ella o te cansa trabajar con los mismos actores?

    Cuando son tan buenos como Marta uno no se cansaría nunca. Y cuando tienes una relación tan maravillosa como la que tenemos ella y yo firmarías en cada película. Marta y yo tenemos una forma parecida de trabajar y eso lo facilita todo mucho. Es una actriz que emana verdad cerrando la puerta y abriendo una ventana. Es muy sencillo ponerse delante de ella y reaccionar a los estímulos que te da. Además es inevitable sumar cosas a nuestra intimidad y a nuestra relación. Si de algo estoy especialmente orgulloso en esta película, después de haberla visto, es cómo se ven Marina y Víctor. Su relación es la que me gustaría tener con mis parejas. Hay algo en toda la parte romántica, una complicidad muy relacionada con la amistad que tienen que les permite hacer el tonto juntos, reirse de sí mismos, reírse uno del otro... Hay muchos planos en que salimos andando y me produce nostalgia y cierta envidia. Me parece bueno y creo que es inevitable que el espectador sienta algo similar. No me pasa con todas las películas y en el caso de esta imagen lo envidio para mí. Es algo muy bonito que hemos logrado. 

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