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    Alain Hernández y Miki Esparbé ('El rey tuerto'): "La película genera diálogo y la necesidad de compartir"

    La comedia negra dirigida por Marc Crehuet se estrena este viernes 20 de mayo en los cines.

    El rey tuerto  la adaptación de la exitosa obra de teatro de Marc Crehuet, que también dirige y escribe la película, llega a la gran pantalla este viernes 20 de mayo.

    Esta comedia negra está protagonizada por Alain Hernández y Miki Esparbé, quienes dan vida a David, un policía antidisturbios, e Ignacio, un documentalista social que perdió un ojo por culpa de una bola de goma que le golpeó en una manifestación. Dos personas totalmente opuestas que se ven obligadas a encontrarse debido a una cena organizada por sus respectivas parejas, sin saber que David dejó tuerto a Ignasi.

    En SensaCine, hemos tenido la oportunidad de poder hablar con los actores, y nos han contado algunos detalles de la película y de sus controvertidos personajes.

    El rey tuerto es una adaptación de una obra teatral, y en ocasiones las relaciones entre el cine y el teatro son complicadas. ¿Habéis tenido que adaptar la interpretación de vuestros personajes a la gran pantalla?

    Alain Hernández: No. En este caso no, porque la obra de teatro empezó en una sala muy pequeñita en Barcelona, la sala ‘Flyhard’, que tiene apenas cuarenta butacas, con lo cual puedes hacerlo todo muy pequeñito y muy contenido, por ello la obra ya tenía un punto bastante cinematográfico. De hecho, de ahí fue cuando salió la idea de Muristrel, otro director, de convertirla en película. Después, al adaptarlo a otras salas más amplias, evidentemente todo se va haciendo un poco más grande en cuanto a interpretación y demás.

    Finalmente, cuando Marc decidió hacer la película, simplemente había que recuperar otra vez lo de la ‘Flyhard’, añadiendo algunas cosas que habían perdido un poco el tono. Pero realmente fueron muy pocos ensayos para el filme, porque ¿qué película se ensaya durante dos años y medio? O sea que realmente no fue difícil adaptarlo al cine, simplemente tienes que jugar dentro de un set con diferentes marcas, con un lenguaje cinematográfico, diferentes planos, focos… 

    El rodaje duró menos de un mes, y además tuvisteis que rodar las escenas tanto en castellano, como en catalán. ¿Fue muy complejo?

    A. H: Fue complicado, sí. Teníamos muy poco tiempo, y un presupuesto y plan de rodaje muy ajustado. Lo hicimos todo en diecisiete días, las dos versiones, la castellana y la catalana. Hacíamos un plano, cuando era una toma buena pasábamos al catalán y repetíamos la escena, y así continuamente… entonces fue bastante caótico, bueno caótico no, infernal (risas).

    Miki Esparbé: Sí, sí, es que cuando el precio es tan ajustado es difícil. Un proyecto pequeñito tiene dos partes. Una buena, ya que al no tener altos presupuestos, Marc puede ser muy fiel a la idea que tiene en la cabeza y no tener que cambiar nada, no tener que modificar casting ni nada, y puede hacer la película que él quiere. Pero, por otro lado, es tan ajustado que son jornadas muy largas. Además, es una película muy irregular, pasa de la comedia al drama todo el tiempo, y rodarlo en dos idiomas te obliga a hacer un doble trabajo. Era infernal en ese sentido, creo es el proyecto más duro que hemos rodado hasta la fecha, porque necesitaba un nivel de concentración y entrega muy alto, y somos todos muy exigentes. Pero al final salió muy bien, estamos muy contentos con el resultado, pero fue duro.

    A pesar de que ambos habéis trabajado con Marc Crehuet anteriormente, esta película es su ópera prima. ¿Fue diferente la experiencia de rodar este largometraje con él?

    M. E.: A nivel formal ha sido bastante similar a como ha sido siempre. Marc es muy cercano, es muy buen director de actores. A pesar de no ser actor, tiene una sensibilidad brutal, sabe muy bien como decir las cosas, conoce muy bien cada perfil nuestro, y sabe cómo se tiene que dirigir a ti para sacar lo mejor en todo momento. 

    A. H.: Sí. Yo he tenido la oportunidad de trabajar con él varias veces, y esta vez rodar con él ha sido similar a las anteriores. Marc es maravilloso, da buenas indicaciones, te pide muy bien las cosas… casi siempre hemos trabajado los mismos con él, somos como su cuadrilla, y sabe perfectamente la psicología de todos nosotros, sabe cómo sacar lo mejor de cada uno.

    En cuanto a vuestros personajes en la cinta, son personas muy diferentes. ¿Pensáis que dos personas tan distintas podrían llegar a entenderse tal y como está el panorama actual? 

    A. H.: Al nivel de la película yo creo que no. Es bastante utópico que llegaran a entenderse de esa manera. Pero quizá la película puede inspirar un encuentro, y nos llevemos alguna sorpresa. De hecho, se ha hecho público un comunicado del sindicato de los Mossos d’Escuadra, donde casi hacen un acto revolucionario, en cuanto a que manifiestan que ya no quieren hacer lo que hacen, etc. Una serie de puntos a raíz de algunos sucesos de estos últimos años, que han desembocado en esto. Pero claro, a punto de estrenarse la película, es bastante casual y bastante oportuno que justo se exponga este comunicado, que parece estar escrito por mi personaje, David, pero con Ignacio detrás diciéndole lo que tiene que escribir.

    M. E.: Bueno yo también creo que el encuentro sería bastante utópico. Pienso que en el caso de la película el encuentro está forzado. Siempre decimos que hay un motor, el del amor, y ambos personajes se encuentran porque, por un lado, David quiere recuperar a Lidia, e Ignacio porque se ve incitado por su chica. Entonces ahí, encontramos un punto con el que el espectador puede empatizar, es lo que lo hace más cercano y podría hacer que personas tan distintas se encuentren en una situación así.

    ¿Os sentís identificados en algún sentido con la forma de pensar de vuestros personajes?

    A. H.: Yo de alguna manera sí me siento más identificado con la segunda parte de David. Esa persona a la que le gustaría que hubiera un poco más de acción. Ya que, si realmente se tiene que protestar, protestemos bien, no recojamos firmas a través de páginas Web, que se hagan cosas cañeras de verdad. Al final, siempre nos quedamos en la batucada y en las pancartas, y eso casi nunca sirve y los de arriba se siguen riendo. En ese sentido me siento identificado. Porque, además, es una persona que se encuentra perdida ante toda esa información, sobre los mercados, sobre los valores, sobre toda esa burbuja, que al final siempre desemboca en que el ciudadano tenga la culpa de la crisis, cuando no es verdad. Han sido los bancos, las empresas que nos han metido en un lío, y que nos acaban haciendo creer que somos nosotros los culpables, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Todo eso me indigna mucho realmente, porque nos hacen creer algo que no entendemos.

    M. E.: Sí, yo en ese sentido también me identifico. Es curioso porque son personajes muy extremos pero que sienten lo mismo. Lo que me hace unirme más a Ignacio es la impotencia frente a todo, sumado al accidente que ha tenido hace tres meses, donde hay una cuestión de empatía por su vulnerabilidad. Porque, al final, todos nos sentimos muy expuestos.

    ¿Cuáles creéis que serán las reacciones del público frente a El Rey tuerto?

    M. E.: El primer efecto creo que es la sensación de que te lo estás pasando bien ante una comedia negra, sobre todo por como arranca. Al principio, la película es una comedia costumbrista, una cena, algo informal… pero a partir de que la bomba revienta, es cierto que sigues riéndote por que la comedia está a lo largo de toda la cinta, pero es verdad que a través de las risas te vas metiendo en un sitio muy oscuro, y creo que al salir necesitas comentarlo. Eso es lo que genera la película, diálogo, la necesidad de compartir.

    A. H.: Yo me quedaría con las reacciones que hemos visto. La mayoría de la gente ríe, pero hay gente que sale dándole vueltas a la cabeza. Hay personas que terminan incómodas, planteándose cosas. Lo bueno es eso, que cada uno puede elegir lo que quiere sentir, y eso es lo maravilloso de El Rey tuerto.

    La obra de teatro cosechó un gran éxito. ¿Pensáis que la película tendrá la misma acogida?

    M. E.: Esperemos. En ese sentido, nosotros estamos con mucha expectativa por saber que pasará. Es verdad que el ‘feedback’ es muy bueno, porque la respuesta del público ha sido excepcional, y estamos entusiasmados. Es una película pequeña, entonces sabemos que el boca-oreja va a funcionar, pero no conocemos a qué nivel. El cine es muy difícil, sales con x copias y lo importante muchas veces es el primer fin de semana, y esta quizá es una obra que funciona con el tiempo.

    A. H.: El espectador en el teatro elige a quien quiere mirar y es libre en lo que quiere ver en cada momento, es más libre. En el cine, es el director el que te dice en cada momento lo que tienes que mirar, la reacción que tienes que ver, te pone una pausa, luego música… y el espectador se deja llevar por el director. En este sentido, Marc lo ha hecho genial, y el montaje por parte de Jaime Ávila también ha sido increíble, ya que ambos se entienden muy bien. Por eso creo que gustará.

    ¿En qué proyectos estáis trabajando actualmente?

    M. E.: Tengo una película después del verano. No puedo contar muchas cosas, sólo que se está rodando en Barcelona y que nos encontramos trabajando en ella. Y de momento, estoy con la promoción de esta película, y de Rumbos, la cinta de Manuela Moreno que se estrena el 10 de junio. Además, al final de este verano estrenamos Cuerpo de élite, de Joaquín Mazón.

    Al. H.: Ahora, básicamente, estoy con cosas de televisión. También tengo pendiente de estreno 73 minutos de José Pozo, y luego en febrero una película de Iñaki Dorronsoro, Plan de fuga, con Luis Tosar y Javier Gutiérrez, que va a estar muy bien.

     

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