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    Las 10 muertes del cine que (casi) nadie vio venir

    El fallecimiento de un personaje principal suele ser el momento más importante de la película de turno, pero también, en ciertas ocasiones, su giro más sorprendente.

    Marvin en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)

    El cineasta de Knoxville ya había sorprendido a medio mundo dos años antes con Reservoir Dogs, pero fue esta monumental obra la que le propulsó a la fama, dando una lección magistral de guión y puesta en escena que no escatimaba en absoluto la violencia. De hecho, ésta era tan constante y explosiva que llegaba a puntos caricaturescos, como es el caso del pobre Marvin (Phil Lamarr).

    Lauren films

    En el asiento delantero de un coche, Julius (Samuel L. Jackson) discutía con Vincent (John Travolta) con su retranca habitual, llevando el segundo una pistola en la mano de manera extremadamente negligente. Y tanto. En un bache tonto que pillaban, el arma se disparaba, y los sesos de Marvin quedaban desperdigados por todo el vehículo, desencandenando la trama del tercer segmento de Pulp Fiction y, con mucho, el más hilarante

    Russell Franklin en Deep Blue Sea (Renny Harlin, 1999)

    Pocos años después, el mismo Samuel L. Jackson protagonizaría otra inesperada escena de muerte, esta vez llevándose él la peor parte. Deep Blue Sea giraba en torno a unos tiburones modificados genéticamente que iban devorando uno a uno a los científicos que los crearon, siendo totalmente terroríficos y totalmente imprevisibles.

    Warner Bros. Pictures

    Así, el momento en el que Franklin (Jackson) arengaba a sus compañeros sobre sus posibilidades de supervivencia y el trabajo en equipo, era el elegido por uno de los monstruosos animales para aparecer en escena y merendárselo. Un susto, ya mítico con toda justicia, que combina a la perfección el horror con la diversión que, al fin y al cabo, la película había estado repartiendo desde el principio. 

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