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    El final de 'Dragon Ball Super' causó un escándalo internacional que nadie supo parar
    Randy Meeks
    Randy Meeks
    -Redactor de cine y series
    Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

    ¿Copyright? No nos inventemos palabras

    Mientras seguimos esperando la continuación de Dragon Ball Super (en su versión anime, al menos: en el manga, Toyotaro ya va más que avanzado), que se supone que llegará a mediados de año, es momento de recordar que, aunque parezca una de las series menos queridas de la historia de la franquicia, lo cierto es que llegó a causar un incidente internacional entre Latinoamérica y Japón para la que no había genkidamas que lo solucionaran todo.

    Ka me co py right!

    “El gobierno de Japón tiene conocimiento de que el episodio 130 y 131 de la serie Dragon Ball Super será exhibido en plazas y lugares públicos”. Así empezaba una carta del mismísimo embajador de Japón en México tratando de poner paz en un conflicto que se había ido de madre. Por un lado, los ayuntamientos locales de Latinoamérica que querían emitir el final de la serie en pantallas gigantes por todo lo alto. Por otro, Toei esgrimiendo que no habían visto un solo yen de esta iniciativa.

    Todo empezó cuando unos cuantos grupos de otakus decidieron proyectar los últimos episodios de la serie en un evento público y los gobiernos decidieron que era un momento único para rendir pleitesía a Goku y mostrarlo por todo lo alto en plazas, estadios de fútbol y otros sitios públicos. ¿El problema? Pues que, efectivamente, sin licencia no podían hacerlo.

    Toei

    Toei defendió que este tipo de celebraciones incitaban a la piratería (obviamente) y algunas regiones decidieron parar sus planes. Eso sí, no todas: otras creyeron que la compañía nipona no podía hacer nada para pararles y siguieron adelante. Japón decidió, entonces, contraatacar con la carta del embajador que indicaba “En caso de que la exhibición sea de manera ilegal, el Gobierno de Japón desea que sea suspendida”.

    ¿Se suspendió? Pues la verdad es que no. En México se celebraron varios eventos, la gente fue disfrazada de Goku, Vegeta o Krilin, y en Chile, El Salvador, Perú y Ecuador (donde se juntaron más de 10.000 fans) se hicieron varios eventos en sitios públicos sin que, al final, les pasara absolutamente nada. Y es que si algo nos enseñó Goku es que hay que saber elegir las batallas…

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