Es realmente una gran película. Se burla con clase de los estereotipos que la sociedad tiene fijados para nosotros, en los que nos segrega, en definitiva de los “ganadores” y de los “perdedores”. Se ríe de los modelos, de lo que “debemos ser”, de lo “ideal”.
Toca en el punto y lo hace de forma magistral, porque no solo es entretenida, sino que, en el trayecto (a la par del viaje al concurso-raod movie-) toca todo tipo de sensaciones y experiencias personales con sólidos argumentos. Un notable mix de drama y comedia.
La familia es la familia y esta vaya que tiene sus problemas… como las tienen todas, solo que lo expresa con gran fineza.
El padre quiere enseñar-ya como un trabajo- a “construir ganadores” (esa estúpida prédica que las sociedades actuales tienen para con nosotros) y él es el primer “perdedor”.
“Amemos a los ganadores y despotriquemos contra los perdedores”, parecería ser la máxima en estas sociedades contemporáneas. Y con eso juega el film.
La madre lleva una vida un tanto infeliz, preocupada como la mayoría por llegar a fin de mes, pero pendiente de las necesidades de sus hijos.
El tío homosexual, magníficamente interpretado por Steve Carell, se quiso suicidar por un drama amoroso ligado a un drama profesional. Es talentoso, sabe que sabe, pero no se lo termina de creer. Y el amor le dio un golpe duro.
El hijo adolescente transita los dramas existenciales que cualquier chico (y no tan chico) podrían tener a esa edad. Por eso lee a Nietzsche, para tratar de entender un poco lo inentendible. Pero aun así, dentro de todo guarda un anhelo, un objetivo que casi se le desvanece. Y sufre por eso.
El abuelo se droga y mira porno y ya no encuentra sentido a su vida, pero siempre trata que sus nietos no sigan su camino.
Y la inocencia la tiene la pequeña, ella solo quiere cumplir su sueño, uno de los tantos que pueden tener los chicos. Solo que en este caso, su sueño es totalmente particular: participar de un concurso ¡de habilidad y de belleza para niñas! Lo más estúpido que se puede pensar (y fue pensado justamente con ese fin, demostrar eso).
El viaje los unirá a todos, aceptándose como son, aprendiendo a respetarse mutuamente, a quererse, a pelear por las ilusiones propias y por las de los demás.
La IMPRESIONANTE escena final (la del baile de Olive) muestra eso. De las mejores escenas de las últimas dos décadas.
El mensaje final es de unión, el de que no vale la pena pelear por ser un “ganador” o escaparse del martirio de ser un “perdedor” (porque la vida siempre nos va a “colocar” en esos lugares, así lo queramos o no), sino que la verdadera felicidad radica en la felicidad familiar y el amor por los seres queridos. En que las cosas importantes son realmente pocas y tienen que ver con los afectos y en tratar, en lo posible, de manejar nuestras vidas como mejor creamos.
Es una notable película, claramente de las mejores de los últimos 15 años. Muy recomendable.