Mercenario coreano con América profunda de fondo
por Violeta Kovacsics
Si nos centramos en el tratamiento de la violencia, la diferencia principal entre 'El último desafío' y 'Encontré al diablo (I Saw the Devil)', la anterior película de Kim Ji-woon, radica en el tono. En 'Encontré al diablo (I Saw the Devil)' la violencia deja un poco trágico e imperan la brutalidad y los golpes en primer plano. En 'El último desafío' la confrontación se sucede pistola en mano o, mejor dicho, de la mano de un arsenal. Kim Ji-won filtra, a través de un filme de acción contundente, un discurso mordaz en torno al gusto estadounidense por las armas. Los personajes excéntricos –un hombre que guarda un arsenal en casa o una anciana que asesina a uno de los bandidos– se combinan con una puesta en escena que trabaja la acción con precisión. Si el poso mira eminentemente hacia los Estados Unidos –desde la perspectiva de un extranjero, cierto–, el empaque es principalmente oriental. Esta dicotomía se plasma en la propia estructura de la película: desde la nocturnidad de Las Vegas a la cotidianidad extraña de un pueblo fronterizo. El cierre no resulta para nada extraño si tenemos en cuenta a la filmografía del director. El héroe y el villano se plantan uno frente al otro en medio de un puente, con el paisaje de un desierto árido a sus espaldas. La escena parece salir de un western (cabe recordar que Kim Ji-woon es también responsable de 'El bueno, el malo y el raro (The Good, the Bad, the Weirdest)', los personajes se separan del fondo y el paisaje parece estar creado mediante un chroma.
A favor: La acción. El humor.