Para la película el director Andre Traucki rodó con tiburones blanco de verdad, tal y como ya hizo con Black Water, donde usó un cocodrilo real.
Pese a la incredulidad de los científicos, esta historia está basada en hechos reales con sutiles diferencias: en vez de un gran escualo blanco, los protagonistas se vieron acosados por un grupo de tiburones.