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    Project X
    Críticas
    3,5
    Buena
    Project X

    Lloretfest

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Nima Nourizadeh no ha parado hasta enseñarnos de una vez por todas cómo es una fiesta de verdad. Ni filmar clips de quemapistas de la década pasada como Hot Chip o Yelle, ni el molón anuncio para Adidas con motivo del 60 aniversario de la casa de ropa de deporte fueron suficientes: el británico ha tenido que aliarse con Todd Philipps, otro juerguista antológico, para filmar la madre de todas las fiestas. Con permiso de los turistas de Lloret de Mar.

    Nourizadeh en realidad transforma en largometraje el celebrado spot publicitario ('House Party', 2010), con lo que no es difícil adivinar lo que uno puede encontrarse en 'Project X'. No obstante y a pesar de que en ocasiones el trabajo coquetea con la estética 'MTV Fiestuqui', la película sabe inscribirse en la tradición cinematográfica que representa 'La Fiesta' como el ritual primero de iniciación a la vida adulta. Como sucedía en 'Supersalidos' (Greg Mottola, 2007) o de manera más subrepticia en 'Todo en un día' (John Hughes, 1986), la fiesta se convierte en el último acontecimiento de la adolescencia, un espacio de transgresión que a la vez reafirma los lazos afectivos entre amigos y familia; también el escenario en el cual 'el deseo' (sexual, se entiende) toma posición y, de manera simbólica, se consuma. De hecho, lo más interesante del filme es cómo Nourizadeh lleva hasta las últimas consecuencias la explosión de hormonas del pobre mindundi protagonista: fuego, caos y disturbios acaban por tomar el relato en una suerte de precisa analogía con la montaña rusa emocional del adolescente. También en estricto paralelismo con el pathos de la adolescencia, y como sucedía en las recientes 'Chronicle' (Josh Trank, 2012) y la serbia 'Clip' (Maja Miloš, 2012), el uso de la cámara en mano y el 'found footage' otorgan a la narración la verosimilitud (pese a traicionar la diégesis constantemente) que un relato tal necesita. No sólo por el carácter testimonial que imprime, sino por su total implicación con el lenguaje tecnológico de los chavales de hoy en día. Cierto que 'Project X' bordee el no-relato para convertirse en una sucesión de fragmentos, pero ¿qué más apropiado para un trabajo sobre una noche sin fin que la suma de instantes, la acumulación de imágenes-recuerdo?

    Con todo, 'Project X' viene a recordarnos que pese al paso del tiempo, la crisis, las limitaciones y barreras políticas, la fiesta jamás será erradicada. Y no sólo en un nivel tan básico. Lo que en definitiva trabaja el filme es el porqué de esa necesidad y de ese estallido hormonal: la fiesta como la llamada a la aprobación moral del padre para poder adentrarse en la vida adulta con la seguridad de quien ha tirado todo por la borda y ha sobrevivido a ello. Brindemos.

    A favor: Que la fiesta llegue al descontrol total.

    En contra: El epílogo y que en ocasiones parezca MTV Fiestuqui.

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