En la escena en la que Adam rechaza el dinero de Cal, el guion decía que el joven debía salir de la casa y alejarse de su padre. Pero James Dean decidió improvisar y, en lugar de marcharse, le abraza, a lo que Raymond Massey, sorprendido, respondió gritando '¡Cal! ¡Cal!'.
Cuando John Steinbeck, autor de la novela en que se basa la película, vio por primera vez en el set a James Dean, exclamó: "¡Dios mío, él es Cal!".
Elia Kazan, en su autobiografía 'A life', confesó que Raymond Massey llegó a despreciar a James Dean. El director no hizo nada para mejorar la relación entre ambos, ya que esa tensión era muy beneficiosa para los personajes de la película.
Esta fue la única película de las tres en las que participó (Rebelde sin causa, Gigante) que James Dean vio estrenarse en los cines y ser testido de su éxito antes de su temprana muerte.
James Dean se negó a asistir a la fiesta de estreno del filme para pasar unos días en su pueblo natal, Marion (Indiana), donde descanso y Dennis Stock le hizo una serie de fotos que quedaron para la eternidad. Esta acto de rebeldía casi le cuesta el papel protagonista en Rebelde sin causa.
Elia Kazan señaló que la tensión y timidez de James Dean se manifestaba en él físicamente, por lo que le permitió al actor hacer uso de posturas retorcidas e incómodas para transmitir su carácter: "Era casi un psicótico. Exactamente igual que las personas que se ven en los manicomios".