Mi cuenta
    La ladrona de libros
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La ladrona de libros

    El nazismo y la infancia

    por Gerard Casau

    Niños, nazismo, padres ausentes... Los elementos y temas que 'La ladrona de libros' dispone a lo largo de su metraje apuntan directamente hacia un explosivo e indigesto cocktail de sentimentalismo. Afortunadamente, la adaptación del libro superventas de Markus Zusak ha caído en las manos del británico Brian Percival, quien suple la falta de una personalidad formal fuerte con una mirada límpida hacia el material con que está tratando, sorteando el abismo lacrimógeno con un pudor que podría haber heredado de su experiencia como realizador en la serie 'Downton Abbey'.

    Independientemente del buen hacer de Percival, lo cierto es que 'La ladrona de libros' pone en marcha un mecanismo de distanciamiento dramático desde su primer minuto, eligiendo nada más y nada menos que a la mismísima Muerte como narradora de la historia de la pequeña Liesel, apartada de su madre para ser acogida por un matrimonio (Geoffrey Rush y Emily Watson) en la Alemania del Tercer Reich. La voz en off de tan insigne personaje irá puntuando el relato de manera ocasional, indicando el principio y el final de las principales etapas del aprendizaje emocional de la joven, a la que los demás niños estigmatizan por sus orígenes comunistas y por su analfabetismo. Un handicap que la protagonista superará gracias a la ayuda de su padre adoptivo (aquí, Geoffrey Rush aparca su vena excéntrica en favor de un humanismo contenido) y de Max, un joven judío que elude la deportación escondiéndose en el sótano de su casa.

    Encarnada por Sóphie Nelisse, Liesel se convierte en el corazón y en motor de un filme que tiene su mejor baza en el hecho de plasmar las atrocidades nazis desde su mismo seno, definiendo una sociedad que todavía no era plenamente consciente del horror que esperaba a la vuelta de la esquina. En ese sentido, la mejor secuencia de 'La ladrona de libros' es aquella en que la protagonista acude a una quema de libros y su rostro pasa del entusiasmo infantil a un miedo sin forma a medida que comprende lo aberrante del discurso del poder. Espoleada por este hecho, y por sus ganas de aprender, Liesel decidirá salvar libros "inmorales" de la hoguera (en un evidente guiño a 'Fahrenheit 451'), y se introducirá en la biblioteca de un alto cargo del partido para sustraer aquellos volúmenes a los que, de otra manera, jamás podría tener acceso. De esta forma, el universo de la palabra escrita y el relato oral se convierten en un refugio y en la momentánea vía de escape de una sociedad que se precipita a la catástrofe, algo perfectamente plasmado en las secuencias en que Liesel narra e inventa cuentos, actuando como una improvisada Sherezade que aplaca el horror del mundo que la envuelve.

    Lo mejor: Los ojos de Sophie Nélisse.

    Lo peor: Un tramo final algo brusco y atropellado.

    ¿Quieres leer más críticas?

    Comentarios

    Back to Top