Mi cuenta
    La clase de esgrima
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La clase de esgrima

    Floretes contra el totalitarismo

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Con su tono sobrio y su historia basada en hechos reales históricos, no es de extrañar que una cinta como La clase de esgrima enamorara a los académicos de Hollywood. El quinto largometraje del finlandés Klaus Härö envuelve en una puesta en escena casi de manual uno de esos relatos revisionistas que de un tiempo a esta parte nos llegan desde los países que pertenecieron al otro lado del otrora telón de acero, narraciones que nos recuerdan que en ese mundo polarizado de hace sesenta años el totalitarismo del bloque comunista también hizo mucho daño, especialmente durante los últimos años de Stalin, época en la que se sitúa el filme de Härö.

    Su protagonista es un hombre a la huida que recala en un pequeño pueblo estonio como profesor de gimnasia y allí revoluciona, a su pesar, el statu quo cuando comienza a enseñar a los niños el deporte de la esgrima, considerado por las autoridades locales demasiado aristocrático para el proletariado. A partir de entonces, la película del cineasta finlandés se mueve en terrenos previsibles y poco dados a la sorpresa (el profesor se involucra cada vez más con unos alumnos necesitados de una figura paternal, la amenaza de que la verdadera identidad del protagonista sea descubierta, la relación amorosa con una compañera, el torneo deportivo climático, etc.), aunque a su favor la cinta cuenta con la virtud de dotar de una suave cadencia coreográfica (del vaivén de los alumnos practicando la esgrima al buen uso de las elipsis temporales) a un melodrama que sin la belleza ni la elegancia del florete es probable que hubiera quedado diluido en la zona media de los recientes dramas históricos.

    A favor: La sinuosa elegancia de la esgrima.

    En contra: Que ya hemos visto la historia que cuenta más de dos o tres veces.

    ¿Quieres leer más críticas?

    Comentarios

    Back to Top