Una buena dosis de emoción con un toque de ciencia ficción
Se estrenó en cines a principios de 2020, justo en las semanas previas a que la industria cinematográfica hiciera frente a una de las mayores crisis de su historia, pero El hombre invisible, la película de terror y ciencia ficción basada libremente en la novela de H.G. Wells de 1897, se las apañó no solo para ser un éxito financiero, sino para ser considerada una de las mejores películas de terror recientes.
Dirigida por Leigh Wannell y protagonizada por una brillantísima Elisabeth Moss (El cuento de la criada, Mad Men), la película apenas llevaba tres semanas en cartel cuando los cines se vieron obligados a cerrar por el coronavirus, pero aún así fue un éxito económico: le dio tiempo a recaudar 145 millones de dólares cuando había costado solo 7.
En un primer momento concebida como parte del Dark Universe que Universal Pictures había querido sacar adelante pero que canceló tras el fracaso de La Momia en 2017, El hombre invisible pudo ser una realidad finalmente de forma independiente, reinventando con fuerza la famosa novela escrita más de 100 años antes y combinando hábilmente ciencia ficción, thriller y terror, añadiéndole una dimensión moderna especialmente a través de su mensaje sobre la violencia contra la mujer.
Cecilia Kass (Moss) ha tomado una decisión: quiere terminar con la relación abusiva que mantiene con su controlador novio (Oliver Jackson-Cohen), así que una noche decide irse para siempre. Se esconde con su hermana (Harriet Dyer), su amigo de la infancia James (Aldis Hodge) y la hija de este (Storm Reid), tras lo cual su ahora exnovio se suicida.
Mientras Cecilia hereda una parte importante de su fortuna, extraños e inquietantes sucesos comienzan a atormentar su vida, cobrándose pronto su primera víctima. La supuesta viuda está segura: su ex fingió su muerte y ahora, invisible, persigue a todos sus seres queridos, pero ¿quién la creerá?.
"El hombre invisible es claustrofóbica, violentísima, y se adscribe con contundencia a una tradición cinematográfica en la que la criatura titular ha ido mutando de forma esporádica, siempre pendiente de reflejar la mezquindad y el abuso de poder de índole inequívocamente masculina", describía Alberto Corona en su crítica de 4 estrellas para SensaCine. "Sus imágenes, la intensidad con la que están codificadas, hablan por sí solas, y Whannell llega a consagrarse como realizador cuando, además, se las apaña para hacer del escueto presupuesto concedido por Blumhouse una venenosa virtud".