"Un grupo de gente que se une para compartir una experiencia": 'Rondallas', una película 100% gallega para reivindicar el cine en el cine
Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

Seis años después de 'Diecisiete', Daniel Sánchez Arévalo estrena su nueva película. Una emotiva comedia familiar que sentirás como un abrazo

Han pasado seis años desde su última película, Diecisiete, en 2019, pero el director de cine español Daniel Sánchez Arévalo regresa, tras el éxito de su serie de Netflix Las de la última fila, a la gran pantalla. Lo hace con Rondallas, una comedia dramática escrita por él mismo que está llena de ternura y con la que le encantaría reivindicar la experiencia "del cine en el cine".

"Si Rondallas fuese algo, sería un abrazo. De esos que te hacen sentir, durante unos segundos, que el mundo, aun con sus fallos, problemas e injusticias, es un sitio que merece la pena", escribía Andrea Zamora en su crítica de la película tras el visionado de la misma durante la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián.

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En ella, un pequeño pueblo de la costa gallega que hace dos años se vio sacudido por el naufragio de un barco pesquero en el que murieron nueve personas trata de dejar atrás el traumático suceso. Uno de los únicos dos supervivientes (Javier Gutiérrez), anima a los antiguos miembros de la rondalla local a la que pertenecían para volver a ponerla en marcha y presentarse a un concurso contra los pueblos vecinos. El único objetivo es recuperar la ilusión y dejar el luto atrás, pero sobre todo de empezar a mirar hacia delante de nuevo.

Protagonizada, además de por Javier Gutiérrez, por Judith Fernández, Tamar Novas, María Vázquez y un elenco 100% gallego, la película surgió de la forma más cotidiana posible. El productor Ramón Campos enseñó a su amigo Daniel Sánchez Arévalo -director de las inolvidables Azuloscurocasinegro, Primos, La gran familia española- un vídeo de una rondalla local -una agrupación de música tradicional gallega en la que participan desde niños hasta ancianos- y el cineasta se vio inspirado para hacer una película que se estrena este jueves 1 de enero en las salas de cine españolas.

Esta película tiene un un carácter abiertamente popular de cine familiar pero adulto, e intentar convocar a la gente para que vaya al cine a verla y comparta la experiencia, igual que la Rondalla", nos cuenta el director Sánchez Arévalo en su entrevista con SensaCine con motivo del estreno, que puedes leer al completo a continuación:

P. Las rondallas son típicas en una zona muy concreta de Galicia y hay mucha gente que desconoce por completo su existencia. ¿Por qué decidiste que la historia de tu película girase en torno a una?

Daniel Sánchez Arévalo: Todo fue a raíz de un vídeo de de YouTube, que se había convertido en bastante viral, que me enseñó Ramón Campos, el productor de la película que también es uno de mis mejores amigos. Era de la rondalla de Santa Eulalia de Mos, con los trajes tradicionales, las gaitas, percusión, instrumentos muy autóctonos, y versionando AC/DC, 'Thunderstruck'. Esa mezcla de una tradición tan arraigada en Galicia con la fusión con el heavy metal me pareció fascinante, así que me fui a a conocer a Dani Burgos, el director de la rondalla y a hacer una inmersión en ese universo de las rondallas.

Me me gustó mucho y me llamó mucho la atención que eran unas rondallas como muy localizadas de una zona muy concreta del sur de Vigo y que ya no es que fueran desconocidas en España, es que eran muy desconocidas dentro de la propia Galicia. Eso ya me atrajo mucho. Y luego para mí el punto de inflexión es cuando fui al primer ensayo de toda la rondalla. Había más de 100 personas, desde niños muy pequeños hasta gente muy mayor, no había músicos profesionales y esa especie de caos y de sensación de amor a la música, a la tradición, el sentido de pertenencia y de compartir algo juntos me pareció muy bonito. Muy llamativo en el mundo en el que vivimos ahora, como muy polarizado y como muy individualista. Al verles a ellos y esa energía que transmitían en los ensayos, esa alegría y ese buen rollo me dije: "Jo, me encantaría hacer una película que transmitiera todo esto".

P. La película transcurre en Galicia y sus personajes son gallegos, pero está rodada en castellano, ¿te planteaste en alguna en algún momento la posibilidad de rodar en gallego?

D.S.A. Sí, esto yo lo hablé con con Ramón [Campos]: 'Oye, siendo una película con esa inmersión tan profunda en la cultura ¿porque no lo hacemos en gallego?'. Y Ramón, que es gallego, fue el que me me dijo que prefería que no, que quería utilizar un poco la misma fórmula de otras producciones suyas como Fariña y El caso Asunta. Es verdad que nuestra ambición siempre era hacer una película con un abierto carácter popular que llegara a la gente y, por desgracia, eso podía condicionar mucho el alcance, a nivel de espectadores.

Entonces lo que decidimos es que la película tendría un casting 100% gallego. Tenemos incluso una lingüista, Rosa Moledo, que se dedicó también a unificar los acentos de todos los actores para que fueran de esa zona concreta del sur de Vigo y luego, me rodeé también de un equipo en el que el 90% eran locales. Eso también me dio a mí esa sensación de de realidad, de estar bien arropado. Formamos una rondalla, pero todos los rondalleros eran rondalleros de otras de las rondallas locales que tocaban los instrumentos que tocan en su propia rondalla y luego también se trataba de arropar a los actores, que estuvieran rodeados de gente que se dedica a eso.

Hay otros detalles, como las Percebeiras donde están María Vázquez y Marta Larralde, que fueron percebeiras de verdad. En la subasta de la lonja son subastas de percebes de verdad. Intentamos que la película fuera 100% gallega.

P. A nivel técnico, ¿cuál ha sido el reto de rodar con grupos tan numerosos, en los que había gente real y actores profesionales?

D.S.A. Fue un reto muy bonito y al final muy también muy divertido, pero de mucho trabajo. Al formamos nuestra propia rondalla y tuvimos que estar ensayando durante dos meses, haciendo todas las coreografías, tocando todos los temas, aprendiéndose los temas, que los actores se integraran perfectamente en la rondalla y que parecieran un rondalleiro más si tú no les conocieras. Fue un trabajo muy muy laborioso de muchos meses. Por ejemplo, Judith Fernández y Fer Fraga tuvieron que aprender a tocar la gaita. Estuvieron 6 meses aprendiendo a tocar la gaita, pero Judith también tenía que dirigir y Javi Gutiérrez tenía que dirigir.

Fue muy bonita la experiencia porque estuvimos como tres semanas rodando con más de 100 rondalleiros y en algunas ocasiones había dos rondallas, con lo cual ya éramos 300. Y cómo se lo tomaron, cómo entraron, cómo entendieron cómo es el cine, lo laborioso, lo lento que es la la repetición, y siempre con el mismo nivel de alegría, entusiasmo y energía, fue una lección. Generó muy buen rollo en el equipo porque fue lo primero que rodamos, estuvimos dos o tres semanas con ellos y luego a partir de ahí ya nos quedamos solo con los actores principales, pero ya había un tono que habían imprimido ellos a la película y al equipo que que perduró hasta el final.

P. Siempre se dice sobre los rodajes en Galicia que el clima siempre se convierte en un hándicap. Rondallas es una película muy de exteriores y aún así queda muy plasmado ese ambiente lluvioso tan característico de la zona. ¿Fue un reto extra para la película u os adaptasteis al clima según surgiese?

D.S.A. Bueno, yo soy del norte, soy cántabro y ya me pasó en Diecisiete cuando la rodamos, que al final si estás rodando en el norte tienes que abrazar la climatología. De hecho, esta es una película que transcurre en otoño-invierno y nos hizo a veces demasiado bueno. El mayor hándicap que tuvimos no fue tanto la lluvia como fue el viento, que el viento sí que te estropea el sonido, sí que es más difícil de manejar. Los pelos, el vestuario... Y en A Guarda sopla viento fuerte cuando cuando quiere. Pero pero decidimos abrazarlo porque, además, en el norte en una misma secuencia en cuestión de 3 minutos puede salir el sol, nublarse y llover y volver a salir el sol. O sea, entonces pues es lo es lo que hay.

P. En la película, la rondalla representa la unión de un pueblo herido por una tragedia, un poco como su medio para la sanación. En un mundo cada vez más digital, ¿te gustaría que esta película sirviese para reivindicar lo analógico y la importancia de las distancias cortas?

D.S.A. Sobre todo para mí es reivindicar el cine en el cine, el cine en las salas de cine. Desde el principio Ramón [Campos] y yo también tuvimos claro que era una película para salas de cine. A mí me preocupa mucho que el cine ha dejado de ser una costumbre, algo rutinario. La gente, y más la gente joven, va al cine de manera muy extraordinaria y muy puntual a pelis evento. Y eso es algo a mí que me preocupa mucho porque es de lo que vivo y es donde me he criado y he aprendido todo y todo lo que se define. Esta película tiene un un carácter abiertamente popular de cine familiar pero adulto, e intentar convocar a la gente para que vaya al cine a verla y comparta la experiencia, igual que la Rondalla. Al final es un grupo de gente que se une para compartir una experiencia, así que intentar provocar algo así, parecido, en las salas de cine.

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