Críticas
3,0
Entretenida
El gato desaparece

Sorin a la Chabrol

por Gonzalo de Pedro

Carlos Sorin exploró incansablemente los paisajes del fin del mundo en las películas quele hicieron célebre, 'Historias mínimas' (2002) y 'Bombón el perro' (2004), especialmente.Vastas extensiones de terreno en las que los personajes, mínimos y siempreinterpretados por actores no profesionales, vagabundeaban empequeñecidos, y confiandoen resolver pequeños problemas cotidianos. En el fondo, Sorín siempre fue un cineastadel vacío, el aire y el cielo: un paisajista cargado de un humanismo detallista, queenfocaba la cámara al mismo tiempo a los paisajes patagónicos y los pequeños detallesde esas vidas minúsculas.

Con su nueva película, 'El gato desaparece', Sorin gira, en apariencia radicalmente, ycambia las grandes extensiones de terreno abierto por el espacio cerrado y asfixiantede una casa bonaerense de clase alta, sustituyendo además los actores aficionados pordos profesionales de la interpretación que cargan sobre sus hombros con el peso de unapelícula a la Chabrol sobre las miserias de la burguesía pudiente. La historia es sencilla:un profesor universitario pierde la cabeza porque sospecha que su ayudante, ayudadopor su propia esposa, quiere robarle su investigación de años, y le propina una palizade órdago. Tras meses en tratamiento psiquiátrico, el profesor vuelve a casa, y la parejahabrá de hacer frente al río subterráneo de desconfianza, miedos y sospechas mientrasintentan recomponer su relación planeando un viaje a un paraje idílico de Brasil.

La película se adscribe de pleno en el género, intentando componer un thriller psicológicoy doméstico en torno a la repentina desaparición del gato, que atacó a su dueño nadamás volver al hogar, hecho que desata las sospechas de la mujer sobre la verdaderarecuperación mental de su esposo. La mujer se convertirá en el centro del relato, queno es sino una bajada a los infiernos de la sospecha, el miedo y el trauma, en tornoa un hecho tan nimio en apariencia como la desaparición del gato. Sorin, que adoptauna planificación para su puesta en escena muy cercana por momentos a ciertoexpresionismo psicológico, topa con un problema esencial: la excusa argumental estan pequeña que la trama se estira y estanca por momentos, hasta precipitarse, quizásdemasiado rápidamente, en un desenlace fatal. Sorin se entretiene recorriendo la casacon la cámara, ensayando un virtuosismo nuevo, como el David Fincher de 'La habitacióndel pánico' (2002), pero tiene más dificultades para profundizar en las interioridades deuna pareja en profunda crisis bajo las apariencias de serenidad y normalidad, que terminapor convertirse en una repetición constante de lo ya visto. Así, el retrato de ese monstruoque todos tenemos dentro, navega entre cierto tedio cinematográfico y momentos de granacierto y lucidez.

A favor: el trabajo de la actriz protagonista, Beatriz Spelzini

En contra: sus problemas para mantener la tensión de forma creciente