Críticas
2,0
Pasable
Un lugar donde refugiarse

Un lugar donde refugiarse... y en el que sestear

por Quim Casas

La secuencia de apertura de 'Un lugar donde refugiarse' consiste en ver como una joven con el pelo rubio, aunque embutida en una sudadera con capucha que esconde buena parte de su rostro, se desplaza frenéticamente por una estación de autobuses mientras un inspector de policía encarnado por David Lyons, el dictador de la teleserie 'Revolution', la busca igual de frenéticamente. Al final la chica logra escapar en uno de los autobuses que el policía no consigue detener, aunque luego, hurgando en las imágenes proporcionadas por las cámaras de vigilancia de la estación (que lo captan absolutamente todo como si fuera la máquina controladora de otra teleserie de J.J. Abrams, 'Vigilados. Person of Interest'), consigue descubrir el destino del autobús en el que escapó la chica.

Siguiendo con las teleseries, este inicio, al que siguen los títulos de crédito antes de que el relato sedimente en una pequeña localidad del sur de los Estados Unidos donde acontecerá toda la acción, el lugar donde refugiarse de la rubia protagonista, es perfectamente equiparable con el de cualquier serie norteamericana de televisión actual: el relato surge de la nada, se nos muestra la situación límite de un personaje y luego la narrativa se acompasa mientras vamos conociendo, mediante flashbacks no muy bien empleados, lo que ocurrió en ese

inminente pasado que obligó a la joven protagonista a escapar.

Pero la intriga criminal (la joven ha presenciado o ha participado en un asesinato) es solo un pretexto, un detalle, lo que une la actualidad del personaje principal con las pesquisas mal ensambladas del policía obsesionado en encontrarla sea donde sea. El filme no es más que un adocenado drama sentimental adobado con plúmbea intriga: en el lugar/apacible ciudad donde refugiarse, la chica no solo encuentra casa y trabajo con mucha más facilidad que la encuentra el común de los mortales en tiempos actuales de crisis, sino que además halla el amor, aunque sea en un hombre algo mayor que ella, con dos hijos pequeños, uno de ellos absolutamente insoportable, y con el fantasma de la esposa fallecida a consecuencia de un cáncer: ¡alguien da más!

Lasse Hallström realizó en Estados Unidos algunos melodramas ciertamente inclasificables y perversos que hacían buena esa idea de que los cineastas extranjeros (Lubitsch, Lang, Renoir, Weir) saben ver mejor lo que ocurre en la sociedad estadounidense que los propios directores norteamericanos. Después del paréntesis que supuso el año pasado su regreso a Dinamarca para rodar el thriller 'El hipnotista', su reencuentro con el cine hollywoodiense no tiene nada que ver con lo mostrado en 'Querido intruso', '¿A quién ama Gilbert Grape', 'Las normas de la casa de la sidra' o 'Atando cabos'. Incluso las bizarras 'Siempre a tu lado (Hachiko)' y 'La pesca de salmón en Yemen' daban más juego que esta mezcla de romance sentimental e intriga policial que compraría con placer Antena 3 TV para emitir en horas de pre-siesta de un sábado cualquiera de nuestras vidas.

A favor: el apacible lugar sureño en el que está filmado el filme.

En contra: que nadie se haya mirado con criterio el guión, la trama, los personajes.