Críticas
3,5
Buena
La reconquista

Una carta y tres actos

por Quim Casas

Balanceándose, meciéndose, entre Eric Rohmer y Jacques Doillon, entre Jean Eustache y Philippe Garrel, aunque a veces sus personajes anden y se desplacen como los protagonistas bressonianos de Cuatro noches de un soñador, Jonás Trueba propone en su cuarto largometraje un reencuentro a través de una carta, o una rememoración de una historia pasada a partir de la evocación de esa carta, de su lectura (fragmentada o completa a lo largo del filme). Y de esa lectura y ese reencuentro entre dos jóvenes de treinta años que se quisieron mucho cuando tenían quince, tanto que ella decidió romper porque era doloroso quererse demasiado a tan temprana edad y no probar otras cosas, otros cuerpos y otros mundos, surge el recuerdo de lo que fue y lo que pudo ser, la melancolía activa –que es distinta de la melancolía tras la ventana por la que gotean lágrimas de lluvia– provocada por esas historias mal cerradas, por imposibilidad o por decisión propia, que siempre volverán.

La reconquista es el filme más depurado de su director, aunque en la última de sus tres partes o actos le sobre metraje. En la primera asistimos al reencuentro entre los dos antiguos amantes, el paseo, las bebidas, la cena, el concierto del padre de la chica, la presencia de unas amigas de antes, el baile, el flirteo (o el renacer de alguna sensación perdida pero no olvidada), la imposibilidad, la despedida. Hay algo de Hong Sang-soo, quien siempre ha tenido algo de Truffaut, en algunos de estos fragmentos sostenidos por la espontaneidad de los actores y la fluidez de un texto no por estudiado menos natural. La cámara sigue al joven en motocicleta hasta su casa como la cámara de Moretti le seguía a él mismo en Vespa por las calles romanas en Caro diario. Ahí empieza la segunda y mejor parte de la película, más breve. Los personajes (él y su actual novia) conversan, pero esta parte se sustenta en el gesto callado, esa expresión de comprenderlo todo aunque no se diga nada relevante.

El tercer acto gira hacia el pasado sin flash back. Trueba nos muestra entonces a los protagonistas en edad adolescente, quince años atrás, antes y justo después de escribirse la carta que ha servido para arrancar el relato. Otros paseos, otras charlas, otras formas de expresar el amor que entonces se tenía y acabó perdiéndose. Aunque no siempre se pierde todo. Para la protagonista del filme (quizá también para el protagonista) es mejor imaginar que saber. La reconquista es una película muy sabia sobre el paso del tiempo y las cosas que ese tiempo no logra disolver del todo.

A favor: la naturaleza de los actos y la interpretación de Aura Garrido en el bloque intermedio.

En contra: la parte de los personajes en edad adolescente resulta algo e innecesariamente alargada.