Críticas
3,0
Entretenida
Peter Pan, la gran aventura

Nuevo canon para Nunca Jamás

por Diana Albizu

La película de animación de Disney dirigida por Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske en 1953 se ha mantenido con facilidad como el modelo preciso de adaptación de la obra de teatro y novela originales de J. M. Barrie. Desde luego, intentos por decir una última palabra sobre el universo de 'Peter Pan' como el de Steven Spielberg con la secuela 'Hook' (1991) no hicieron muchos méritos para arrebatarle el trono. Hasta que llegó esta ambiciosa superproducción australiana dirigida por P. J. Hogan en la que, con acción real y personajes de carne y hueso se buscó hacer una nueva versión definitiva de la historia del héroe de Nunca Jamás.

No es que la película consiguiera enterrar cualquier recuerdo del indeleble clásico de Disney, pero sí hizo suficientes méritos como para convertirse en una alternativa complementaria muy respetable. La fidelidad del guión al texto original es casi obsesiva (salvo por el paradójico detalle de crear un personaje nuevo, el de la tía Millicent) y el reparto hace un muy buen trabajo de conjunto, desde el joven protagonista recién descubierto (Jeremy Sumpter) hasta el ligeramente sobreactuado (por exigencias del personaje) Jason Isaacs o la atrevida, pero finalmente acertada, decisión de contar con Ludivine Sagnier como Campanilla. Pero, lo más importante de todo es que Hogan y su co-guionista Michael Goldenberg no renuncian a poner de manifiesto los aspectos más oscuros del cuento, como la inexistencia del paso del tiempo para Peter o la sexualidad latente en su relación con Wendy. Ahí es donde se palpa la fuerza adulta de la obra de Barrie.

A favor: La exótica belleza de Rachel Hurd-Wood.

En contra: La combinación entre efectos digitales y artesanales crea algunas situaciones desconcertantes que pueden distraer del relato.