Críticas
1,5
Mala
Garfield 2

Gato rico, gato pobre

por Eulàlia Iglesias

Si la primera traslación de Garfield al cine resultaba totalmente innecesaria (¿hay algo más feo que un gato generado por ordenador e introducido en una película con personajes de carne y hueso?), la segunda resulta otro despropósito. En esta secuela, Garfield protagoniza una especia de versión gatuna de 'El príncipe y el mendigo'. En un viaje a Londres acaba ocupando por una serie de circunstancias el sitio de un aristócrata felino que acaba de heredar una mansión de su anciana dueña. Al gato rico a su vez le toca probar las hieles de la vida de la common people. El problema es que existe otro familiar de la anciana cuyo único objetivo es eliminar al animal que le impide quedarse con la herencia...

Al contrario que las tiras de cómic originales, que trabajaban en un registro humorístico que conectaba sin problemas con un público adulto, el Garfield cinematográfico está destinado a un público básicamente infantil. Poco queda del sarcasmo original más allá de alguna línea aislada de diálogo ("desapruebo la caza del zorro, excepto en defensa propia, claro". Y en cambio abundan los simpáticos animales de todo tipo que se alían para habitar que su hogar se convierta en pasto de la especulación inmobiliaria.

A favor: La preparación de la lasaña por parte de todos los animales.

En contra: Jennifer Love Hewitt, negándose a que desaparezca de una vez por todas el tópico de la tía buena tonta.