Nominada al Oscar a la mejor película extranjera, La tristeza y la piedad, firmada por Marcel Ophuls, es una auténtica obra maestra. Rodada en blanco y negro y con una duración de 4 horas y 10 minutos, la película narra la vida de una ciudad de provincia entre 1940 y 1944, cuando el Gobierno de Vichy colaboró con los alemanes en la instauración de un régimen dirigido desde Berlín. Vichy llegó a oponerse a sus compatriotas, quienes intentaban defenderse del ejército invasor. Esto supuso una humillación para los aliados y toda la sociedad francesa.
El cineasta mezcla imágenes de la época con testimonios de personalidades que desempeñaron un papel importante durante la guerra -soldados, estadistas, testigos clave...- o que participaron activamente en ella. Por su negativa visión de los franceses, la cinta tuvo un enorme impacto y permaneció censurada durante más de 10 años. Ningún canal de televisión podía emitirla.
El documental que dijo lo que nadie quería oír
La película, estrenada en 1969, tuvo un enorme impacto, porque presentaba a la sociedad francesa de una manera que se habían encargado de enterrar: entre la ocupación y la colaboración. Históricamente, la película constituye la primera inmersión cinematográfica en la memoria colectiva francesa en el período de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Ophuls fue el primero en subrayar que Francia tuvo un comportamiento ambiguo hacia el ocupante, llegando directamente a colaborar con la Alemania nazi.
Al romper la imagen falsamente unánime de una Francia resistente, la película jugó un papel determinante para comenzar una nueva fase de la memoria de la ocupación. Esta corriente de pensamiento también se nutrirá en gran medida de otra obra: La Francia de Vichy, libro del historiador estadounidense Robert O. Paxton.
Gaumont
Las imágenes de archivo con las que cuenta la pieza fueron producidas bajo el control propagandístico del gobierno de Vichy excepto el penúltimo de ellos. El espectador puede ver una entrevista con Maurice Chevalier, célebre intérprete francés de películas musicales de los años 1920 y 1930, dirigida al público americano, justificándose por haber colaborado con los alemanes, seguida de imágenes de la Liberación puntuadas por una alegre canción del célebre fantasioso. Lo que finalmente deja al espectador en una situación de auténtico malestar.
Por todo esto, estuvo censurada durante más de 10 años en la televisión. Como recogió The Guardian en 2004, es una de las mejores películas sobre la ocupación nazi de Francia. Fue una cadena de televisión estatal la que hizo el encargo, pero cuando el director se lo presentó, en 1969, se negaron a emitirlo por su "contenido perturbador". El director de la cadena, Jean-Jacques de Bresson, declaró ante un comité gubernamental que la película "destruye mitos que el pueblo francés todavía necesita".
No se estrenó hasta abril de 1971 -después de la muerte del autoproclamado héroe de la Resistencia francesa, el general De Gaulle- y sólo se proyectó en un pequeño cine independiente de la margen izquierda del río. En 1981 se proyectó en la televisión francesa.
El artículo original viene de nuestra web hermana AlloCine.