Es imposible hablar de cine independiente sin pasar por David Lynch. Puede que sus películas no sean para todo el mundo -demasiado surrealistas e imposibles de entender-, pero tanto la crítica como el público saben que son experiencias que no se olvidan. Una vez que ves Mulholland Drive o Blue Velvet se quedan contigo para siempre y eso es algo que perdurará después de conocer la noticia de su fallecimiento.
Ni siquiera los actores que han trabajado habitualmente con el director intentan meterse en su universo. "No pretendo entender mucho de lo que hace David", contaba Kyle MacLachlan, protagonista de Twin Peaks, a The AV Club, "Pero reconozco que soy su conducto a través de estos mundos, y eso es un desafío, y también me siento bastante bien al respecto. Tengo la confianza de que entiendo lo que es necesario que haga con David".
Sabemos que este genio surrealista ha influenciado a muchos artistas, pero él también ha bebido de grandes directores. El medio Indiewire recopiló todos los títulos que Lynch había señalado en algún momento como trascendentales para él y, entre todos ellos, hay una cinta que se encuentra en su Top 5 personal: Ocho y medio, de Federico Fellini.
En el libro Atrapa el pez dorado, que lanzó en 2006, Lynch decía que si tuviera que elegir "películas que representan, para mí, ejemplos de realización cinematográfica perfecta", podría "reducirlas a cuatro".
La primera sería '8 ½', por la manera en que Fellini logra con el cine lo que la mayoría de los pintores abstractos hacen, es decir, comunicar una emoción sin decir o mostrar nada de manera directa, sin explicar nada, solo por una especie de magia pura
Lynch no es el primero que señala Ocho y medio como una obra maestra. Es una de las películas más destacadas de Fellini y uno de los mejores filmes de todos los tiempos. Aparece habitualmente en los top 100 de títulos que hay que ver alguna vez en la vida y cuenta con el apoyo unánime de críticos de todo el mundo desde su estreno en 1963.
La lista de películas que le han marcado de alguna manera, por supuesto, es mucho más larga y encontramos Las vacaciones del señor Hulot (1953), La ventana indiscreta (1954) o Sunset Boulevard (1950). Además de El mago de Oz, que ha sido una obsesión constante en su vida.
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