En 1981, Shigeru Miyamoto era aún un un chaval de 29 años que buscaba su primera gran oportunidad en Nintendo, donde le habían fichado cuatro años antes como creador de juguetes (que era una de las ramas de la empresa por aquel entonces). Y, finalmente, le llegó su momento: debía hacer un juego que meter en los arcades que quedaron sin vender del juego Radar Scope y al menos salvar la papeleta. Y tenía muy claro lo que quería hacer: un videojuego protagonizado por Popeye, Bluto y Olivia.
Mario el marino soy, debajo de un buque voy
La idea era que Bluto secuestrara a Olivia en un edificio por el que Popeye tendría subir destruyendo barriles y enemigos, y subiendo por escaleras. ¿Os suena? Antes de que Nintendo le comunicara a Miyamoto que no había conseguido los derechos de Popeye, el creador ya había cambiado al enemigo por un gorila gigante. Cuando se vio obligado a cambiar toda la idea que tenía, convirtió el título en Donkey Kong y al protagonista en una criatura con mostacho y peto rojo: había nacido, de la pura casualidad, Super Mario.
Bueno, no del todo, porque en los panfletos de aquel primer arcade que recibían los salones recreativos se referían al personaje como "Jumpman". Donkey Kong fue un éxito, y cuando dos años después se hizo una versión para NES, en el manual interior ponían el nombre del personaje por el cual le conocemos ahora: Mario. Aunque, para ser justos, ya había adquirido su nombre un tiempo antes.
Universal
Con el paso del tiempo, Mario siguió siendo él mismo, pero aquel primer Donkey se convirtió en Cranky Kong, el mono viejo de Donkey Kong Country, y Jumpman pasó a ser solo un recuerdo borroso... ¡Hasta que en la película de Super Mario Bros de dibujos animados lo rescataron! Si te fijas, en una de las máquinas recreativas se puede leer "Jump Man" con el mismo estilo de letra que tuvo Donkey Kong. Y así es como se cierra un círculo. ¡Mamma mia!
