Los que aún creemos que el cine puede ser algo más que secuelas, franquicias, remakes y spin-offs nos aferramos como podemos al éxito por sorpresa de Los Pecadores, la película de Ryan Coogler que ha cuidado y atesorado casi con mil candados: a cambio de que Warner consiguiera la distribución, el director pidió derecho al corte final y, sobre todo, que los derechos de explotación y la propiedad volvieran a él en el año 2050, cambiando por completo el ecosistema de Hollywood. Y si este es el futuro que le espera al cine de autor, no seré yo quien se queje, desde luego.

Pecador de la pradera
Puede que al verla (acaba de llegar a Max, la tienes a tiro) no te des cuenta en un primer vistazo, pero la película está cuidada hasta el último detalle. Por ejemplo, la diseñadora de producción realizó un homenaje a Chadwick Boseman haciendo que las cruces de la iglesia parecieran repetir el gesto de "Wakanda Forever" en Black Panther. Porque sí, si hubiera estado vivo, por supuesto que Boseman habría salido en Los Pecadores.
Un ejemplo más del cuidado que han tenido en todos los detalles está en la elección del vestuario: los gemelos llevan ropas completamente distintas que reflejan las bandas a las que se han unido en Chicago. Stack lleva una fedora y un traje de raya diplomática, referenciando a los italianos que controlaban el lado sur de la ciudad, mientras que Smoke lleva una boina y un traje escocés, como guiño a los irlandeses, que controlaban el lado norte.

Los Pecadores es, por cierto, la primera gran película de este año que estará en todas las entregas de premios de aquí a que los Óscar se entreguen en 2026, así que no os dejéis llevar por su popularidad y la desechéis pensando que es un blockbuster más: pocas películas más de autor se han estrenado este año. Y merece la pena. Vaya que si merece la pena.