Desde siempre, Disney ha intentado huir de su propia condición de marca familiar para los más pequeños. Pero claro, es difícil sin dañar todo por lo que has luchado a lo largo de los años. A finales de los 70, las películas que distribuían empezaron a fallar en taquilla porque el público tenía la idea de que solo eran cintas para los más pequeños, y empezaron a jugar con lanzar películas con la calificación "PG" (es decir, que sugerían la supervisión de un adulto): la primera, distribuida con Buena Vista, fue Con la espalda en la lona, y después llegaría la tremenda El abismo negro. Una nueva era acababa de empezar.

¿Disney? ¿Adulta? ¡Eso no es posible!
Durante estos años de experimentación, Disney perdió dinero a mansalva con películas como Tron (que esperaban que tuviera el éxito de Star Wars pero acabó fracasando en taquilla) o Fuga de noche. Era el momento de un cambio de estrategia, dejar Disney para las películas infantiles e inventarse una nueva marca bajo la que dar rienda suelta a las películas para adultos. En 1984, tras perder millones en los años anteriores, Disney abrió Touchstone Films (después Touchstone Pictures). Os suena, ¿verdad?
Fue todo un acierto: la primera película que distribuyeron se convirtió en un clásico inmediato, 1, 2, 3... ¡Splash!, y el año siguiente llegó el primer título calificado R (o sea, prohibido para menores de 18 años no acompañados) de la historia: Un loco suelto en Hollywood, que resultó ser otro éxito en taquilla. La jugada salió perfectamente, Disney pudo proteger su identidad y supo crear una nueva.

La lista de películas que produjo Touchstone es increíble: El color del dinero, Good Morning Vietnam, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, Socios y sabuesos, Dick Tracy, Sister Act, Con Air... Sin embargo, entrado el nuevo milenio la marca se fue apagando. Su última producción propia fue en 2015, con la olvidada Marianne y la pócima del amor, y su última película distribuida llegó el año siguiente, con La luz entre los océanos, dando así fin a una preciosa era de Hollywood. Te echamos de menos, Touchstone.