Las historias de jóvenes talento impresionan mucho y copan muchos titulares, pero son una suma de presión a mentes que acaban de cumplir la mayoría de edad en el mejor de los casos, o en ocasiones ni eso, que se enfrentan a retos que igual no deberían afrontar. Lo cierto es que ese joven “no tendría que estar en ese foco, no está preparado para vivir en ese mundo”, tal y como lo expresa Ricky Rubio al vivir en primera persona esa clase de fenómeno cuando debutó con 14 años como deportista profesional.
El baloncestista catalán comentó eso y muchas cosas más con total sinceridad en el programa de Jordi Évole de anoche. Su salto repentino asombró a todo el mundo del deporte, ascendiendo repentinamente hasta ser importante para la selección española antes de cumplir los 18 y ser una sensación cuando debutó en la NBA, pero él se metió en una inercia que no le convenía: “Yo no era consciente y pensaba que podía con todo”.
Una acumulación de presión
Rubio empezó a sentir una disonancia entre lo que le apasionaba el baloncesto y lo poco que disfrutaba practicándolo de manera profesional. Todo esto ayudó a producir una inestabilidad que ha derivado en problemas de salud mental sobre los que se ha sincerado con el presentador, y que motivaron su marcha de la NBA, su salida de las concentraciones con la selección y su temprano retiro como profesional con 34 años.
En su conversación habló directamente de varios de los momentos oscuros de su vida, incluyendo la dura pérdida de su madre a causa de un cáncer que le detectaron en 2012, y que causó su fallecimiento en 2016. El baloncestista tenía que realizar visitas en los huecos que le dejaba el apretado calendario de la NBA, y en su último año empezó a hacerse más difícil: “Mi madre no iba a durar mucho, pero yo tenía que ir a jugar” afirmó, antes de poder tener la oportunidad de pasar con ella sus últimas semanas de vida al acabar la temporada.
Si no me llega a esperar, yo creo que no me lo perdono nunca
El duelo por semejante pérdida se sumó a una creciente acumulación de presiones relacionadas con el deporte al que había decidido dar casi toda su vida. Fracasos y lesiones le frustraron profundamente a alguien que quería evitar el fracaso a toda costa y necesitaba ganar. Y cuando lo hacía, no era capaz de disfrutarlo, como sucedió en el Mundial de 2019 donde fue galardonado como mejor jugador del torneo, algo que él no sentía justo diciendo que “cuando recibo el premio me sentí un farsante, pensaba que no lo había merecido”.
Esta película es la 'Succession' del baloncesto: dura hora y media y está en NetflixEsto condujo a uno de los momentos más duros de su vida, donde tiene que dejar la selección española antes de disputar el Mundial de 2023 por la imposibilidad de poder continuar. “Una de las noches que estaba en el hotel dije 'no quiero seguir'. No solo con el baloncesto, sino con la vida” comentó sobre tener que pedir ayuda a su pareja para poder hacer las maletas e irse de la concentración: “Hay un momento donde todo te pesa tanto. En el Mundial, cuando digo que paro, parece que me muero y que mi vida no tiene sentido”. Ahora intenta encontrar la manera de seguir disfrutando del baloncesto alejado de los focos y centrándose en su familia, aprovechando que tuvo la fortuna de poder parar a tiempo.
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