El nivel de dedicación de esta película llevó a perfeccionar hasta los detalles más estúpidos
Randy Meeks
Randy Meeks
-Redactor de cine y series
Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

Nacieron de una saga de libros, pero se convirtieron en una película mítica para los chavales de los 90, hasta niveles muy locos

Si empiezo a cantar "Hace muchos años, a la edad de 23", es probable que si creciste en los 90 sepas completar la canción hasta cantar a dúo "¡Yo mi abuelo soy!". Realmente el tema es de 1947, cantado por primera vez por el grupo Lonzo and Oscar, y narraba una serie de locuras genealógicas que dan para sentarse y ser estudiadas. Sin embargo, muchos la conocimos gracias a La familia Stupid, la película de Tom Arnold donde, en pleno talk show, se ponía a contar cómo llegó a ser su propio abuelo. Lo curioso es que es solo una de las muchísimas tonterías que acompañaban una película de visionado, digamos, inolvidable.

La familia Stupid
La familia Stupid
Fecha de estreno 9 de agosto de 1996 | 1h 34min
Dirigida por John Landis
Con Tom Arnold, Jessica Lundy, Bug Hall
Streaming

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Aunque algunos creen que estos personajes nacieron en el eterno spoiler: Saturday Night Live, lo cierto es que vienen de una saga de cuatro libros de Harry Allard y James Marshall. A diferencia de aquellos, La familia Stupid no le gustó prácticamente a nadie en su estreno, a pesar de venir de la mente de John Landis y de proyectarse en plena época de oro de la comedia disparatada en Hollywood.

Una prueba del nivel de detalle que tenían en la tontería más grande es el del dueño del restaurante Floyd's Delicatessen, que le dice a la familia "Nos habremos encargado de ustedes en menos de una hora". Al final acaba salvándolo todo de casualidad... 53 minutos después de decir su frase. Muchísimo cuidado para la chorrada máxima, como debe ser.

A Landis nunca le preocupó que los críticos no entendieran la película, porque, como él mismo afirmó, estaba pensada para niños de 10 años, y acabó dando dinero, siendo un éxito en vídeo y televisión. Eso sí, en taquilla fue un fracaso monumental, recuperando tan solo 3,4 millones de los 25 que se habían gastado. Al menos, toda una generación puede cantar ahora "Yo mi abuelo soy". Algo es algo.

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