En 2022 el término 'gaslighting' experimentó un aumento exponencial en todo el mundo. La sociedad le puso un nombre de moda a un comportamiento que llevaba décadas existiendo: cuando alguien manipula a otra persona y hace que cuestione su percepción de la realidad. Años después, se ha incorporado en nuestro uso diario e, incluso, asociaciones de la salud mental han mostrado su preocupación porque, quizás, lo estamos usando indebidamente.
El caso es que yo misma acabo de descubrir que este término proviene de una película. Y no actual, precisamente. 'Gaslighting' deriva de la película Gaslight -Luz que agoniza en español- de 1944 dirigida por George Cuckor, basada a su vez en la obra británica Gas Light que Patrick Hamilton publicó en 1938 -y que incluso tuvo otra adaptación en 1940, para que luego digan que el Hollywood de ahora no para de hacer secuelas y 'remakes'-.
La película se ambienta en Londres en la era victoriana y muestra a un esposo, a priori amable y maravilloso, que miente y manipula a su esposa para aislarla. Ella es heredera y quiere hacerle creer que tiene una enfermedad mental para poder hacerse con su riqueza. Ese 'gaslighting' literalmente viene de que el marido atenúa las luces de la casa de manera periódica como lo harían las lámparas si alguien encendiera una luz en otro lugar de la casa. Al hacer esto, ella cree que hay otra persona en la casa, pero no hay nadie más.
Metro-Goldwyn-Mayer
Lo usamos mal en la gran mayoría de ocasiones
Ese concepto no aparece en la película, sino que apareció por primera vez en el New York Times en 1995. Después lo utilizó nueve veces más hasta que en el año 2010 se filtró en el vocabulario inglés. En 2016 fue nombrada la palabra nueva más útil por la American Dialect Society y Oxford University Press la incluyó en su lista de palabras nuevas más populares de 2018. Posteriormente, ya llegó a nuestro idioma.
Los psiquiatras y psicólogos utilizan este término para referirse a conductas a largo plazo, no a situaciones puntuales en las que parece que una persona está mintiendo a otro, que es como se usa en la mayoría de ocasiones. Esto ha llevado a las asociaciones a avisar del uso incorrecto al describir desacuerdos ordinarios, de la misma manera que usamos el término depresión demasiado a la ligera o tener un TOC.