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    Asia enloquecida (Vol. 1)

    El cine asiático sacude Sitges con mezcla descarnada de violencia, humor y fidelidad a los géneros clásicos. En el capítulo de hoy: Takashi Miike ('Hara-Kiri: Death of a Samurai'),Tony Ching Siu-Tung ('The sorcerer and the white snake') y Wong Ching-Po ('Revenge: A love story').

    En la tira cómica que Guillem Dols publica diariamente en el periódico del Festival de Sitges (lo mejor del Diari del Festival, sin ninguna duda) aparecía el lunes el siguiente gag: "'13 Asesinos (Jûsan-nin no shikaku)'  lo anunciaba y 'Hara-Kiri: Death Of A Samurai (Ichimei)' lo confirma: Takashi Miike ha entrado en la madurez", para a continuación publicar un seguido de estampas del zumbado realizador de 'Gozu (Gokudô kyôfu dai-gekijô: Gozu)' o 'Ichi the killer (Koroshiya 1)' en situaciones cotidianamente patéticas como firmar una hipoteca o ir de compras a Leroy Merlin con la familia. Un chiste muy ad hoc a lo que implicaba la presencia de 'Hara-Kiri: Death Of A Samurai (Ichimei)' en la sección oficial del último Festival de Cannes: el cineasta japonés más salvaje de la última década se alejaba de sus habituales carnicerías para realizar un remake de la mítica 'Hara-kiri (Seppuku)' (1962) de Masaki Kobayashi, un melodrama de aroma trágico acaecido en la era de los samuráis. Filmada en un incomprensible 3D (la única pega que le encontramos a la obra), la versión de Miike de este samurái golpeado por la tragedia, es una auténtica delicia narrativa, contenida y sufrida, atenta al más mínimo detalle, sosegada cuando conviente y tremendamente agresiva si surge la ocasión. Si con '13 Asesinos (Jûsan-nin no shikaku)' el cineasta miraba a Kurosawa, ahora le ha dado por querer capturar la esencia de los melodramas de Mizoguchi. Ahora, que los fans más acérrimos del Miike-arranca-cabezas no se preocupen, en la sección Midnight X-Treme el cineasta presenta un título con su anterior sello sanguinoliento: 'Ninja Kids!!!'. Y así quedamos todos contentos.

    Aunque si aún corren por Sitges aquellos espectadores caníbales amantes de lo más extremo, nosotros les recomendaríamos que se pasaran por alguno de los pases que tiene 'Revenge: A Love Story (Fuk Sau Che Chi Sei)' de Wong Ching-Po, descarnada película que viene abalada por los productores de 'Dream home (Wai dor lei ah yut ho)' (aquella película que el año pasado causó furor por su mezcla de terror gore y discurso sociopolítico a propósito de la especulación inmobiliaria). En esta ocasión la bárbara historia que se nos cuenta es la de una vengaza temible: un hombre enajenado por la violación (repetida) de su novia por parte de un grupo de policías, se dedica a dar caza a los asaltantes, a matarlos a ellos y a sus mujeres embarazadas... arrancándoles los bebés del cuerpo. En fin, que hay que tener un estómago a prueba de bombas para soportar la carnaza aquí mostrada. Ahora, si uno supera el visionado de las atrocidades cometidas, la película resulta medianamente atractiva: un thriller desgarrado con un buen puñado de ideas -en una de las escenas un grupo de niños masacran a un hombre clavándole sus lápices escolares- y con una estrella del pop hongkonés como protagonista: Juno Mak (tiene su gracia pensar si aquí David Bustamante se prestaría a interpretar a un psicópata como este).

    Cerramos con la peli fallida del día (ojo a la crónica de mañana que hablaremos de tres obras maestras, dos coreanas y una de Indonesia), el wu-xia sharambaresco 'The sorcerer and the white snake (Baish echuanshuo)' del director, homenajeado por el festival con una Màquina del Temps, Tony Ching Siu-Tung. Un viaje sci-fi al universo mitológico de los brujos y los demonios con el inefable Jet Li como perfecto anfitrión. La película, un delirio digital que va de lo espectacular a lo cutre y de lo asombroso a lo hortera, recrea una vieja leyenda china que cuenta la historia de amor imposible entre un humano y una mujer-serpiente. Arrebatadamente romántica -lo habitual en estos casos- y funambulesca en las coreográficas secuencias de lucha -íbidem-, la película no se sostiene ni en credibilidad ni en andamiaje estético. Y tampoco es lo suficientemente simpática como para que le podamos perdonar dichas trabas. Una lástima.

    Alejandro G.Calvo

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