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    La huelga pone en pausa al Festival de San Sebastián

    Sólo vemos una película de la Competición Oficial: 'Rhino Season' de Bahman Ghobadi. Así que completamos crónica hablando de 'No' de Pablo Larraín y 'Operación E' de Miguel Courtois.

    Pocas películas se pudieron ver ayer en San Sebastián puesto que, debido al paro generalizado convocado por los sindicatos de Euskadi, el Festival decidió retirar alfombras rojas y ruedas de prensa, dejando únicamente dos pases para la prensa. Así que hoy aprovecharemos para dar recuperar dos películas que aún no habíamos comentado: 'Operación E (Operación E)' de Miguel Courtois y 'No' de Pablo Larraín, además, claro de la película que sí pudimos ver ayer de la competición oficial, 'Rhino Season' de Bahman Ghobadi.

    Monica Bellucci, protagonista de 'Rhino Season', no hace huelga

    Por todos es sabido que Ghobadi es uno de los (incomprensibles) directores fetiche del festival. El cineasta iraní posee en su haber dos Conchas de Oro: 'Las tortugas también vuelan' (2004) y 'Media luna' (2006); trágica evidencia de lo pobres que eran las selecciones oficiales a mediados de los dosmiles en la Zinemaldia. Ghobadi, empero, es un cineasta  con público, sus exóticos relatos de gente doliente en tiempos del cólera (islamista) siempre buscan extraer la sonrisa en un panorama sociopolítico donde abunda la mugre y la sangre. Un cineasta reivindicativo, comprometido y ligero cuyas películas, a mí, me despiertan más bien poco interés. En el caso de 'Rhino Season' la cosa no gira bien ni para él ni para el espectador. El cineasta, presente en la proyección (muy disgustado con la copia que el Festival iba a proyectar ha hecho traer otra in extremis desde Irán), ha comentado que su película era un ejercicio de "poesía cinematográfica" y que haberla realizado le "había salvado la vida" (sic). El resultado, probablemente, sea la película más sincera de su autor pero también la más pretenciosa y fallida. Ghobadi se pierde en una serie de imágenes de presunta gran fuerza –la lluvia de tortugas, la violación encapuchada- pero de nulo impacto dramático. Siempre hay que aplaudir cuando un cineasta trata de revolucionar su obra, es sólo que en esta ocasión los resultados son calamitosos.

    Sin duda alguna 'No' del cineasta chileno Pablo Larraín –autor de dos películas tan soberbias como terroríficas: 'Tony Manero' y 'Post Mortem'- es una de las perlas más jugosas que nos ha traído este año el Festival. La película, presentada en la Quincena de Realizadores del último Festival de Cannes, recrea el plebiscito planteado en Chile en 1988 que acabó con la dictadura de Augusto Pinochet. Un cruce brillante entre un hipotético 'Mad Men' contrarrevolucionario y el thriller político de la estirpe de 'Estado de sitio' de Costa-Gavras y de la más reciente 'El estudiante' de Santiago Mitre, 'No' desborda al ser una película hija de su tiempo aunque anclada en unos hechos acaecidos hace más de 20 años. Larraín logra captar lo imposible al situar su mirada en el epicentro de la metamorfosis, radiografía como una dictadura puede acabar convirtiéndose en democracia gracias, en el fondo, a una campaña de publicidad que practica el marketing moderno de la misma forma que Pizza Hut o Coca-Cola. Una película para creer en que el cambio es posible en unos tiempos en los que el mundo parece haber perdido, con razón, la esperanza (política, económica, social). Larraín nos ensañe que titanes más grandes han caído y que, de hecho, era tan sencillo lograrlo como posicionarse de forma inamovible del lado del NO. “No a la represión”. “No a la coacción”. “No a la tortura”. “No a los asesinatos”. “No al fin de las libertades”. “No”.

    Luis Tosar y Miguel Courtois, responsables de 'Operación E'

    Seguimos con uno de los títulos más llamativos de la producción nacional del 2012: 'Operación E' de Miguel Courtois con Luis Tosar como (omnipresente) fatídico héroe protagonista. La película reconstruye el via crucis de un pobre analfabeto (Tosar) que trabaja en la selva junto a su larga familia y que acaba viéndose envuelto en los tejemanejes de las FARC. Basada en hechos reales la película es un ejercicio de asfixia  para su protagonista principal, un dramón que sirve además para repartir palos a diestro (Gobierno) y siniestro (las Guerrillas). Lo mejor de la película residiría en la capacidad de Tosar de aguantar con entereza la hecatombe que lo sacude –la película sería una mezcla de dos películas de Ken Loach: 'La canción de Carla' y 'Ladybird, Ladybird'-;  mientras que lo peor sería que esta es de esas obras que no se contenta con torturar a su protagonista, proyectando parte de ese dolor al propio espectador. Y yo, estoy cansado de decirlo, no soporto ir a sufrir al cine a sufrir gratuitamente.

    Música de fondo: El Rego

    Alejandro G.Calvo

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