La productora de cine animado Laika Entertainment está en racha. Si bien su debut ya fue sonado, al ir de la mano de Tim Burton y su infravalorada La novia cadáver (2005), cuenta ya en su haber con tres títulos absolutamente maravillosos: Los mundos de Coraline (2009), El alucinante mundo de Norman (2012) y, ahora, Los Boxtrolls. La película dirigida por Anthony Stacchi y Graham Annable adapta la novela ilustrada de Alan Snow “Here Be Monsters!”, que cuenta la historia de cómo unos trolls (metidos en cajas de cartón) que habitan bajo tierra crían a un bebé humano como si fuera uno de los suyos. Mientras tanto, en el mundo exterior, una sociedad que rinde tributo a los quesos y posee una jerarquía marcada por el color de los sombreros, cede todos sus impulsos a un hedonismo vital dominado por la gula y la avaricia. Dura metáfora sobre las clases sociales y/o políticas -¿por qué construir un hospital cuando se puede comprar más queso?- contada a través de los ojos de los niños protagonistas, pequeños aventureros a los que los mayores destinan la más mínima de las atenciones. La imagen en stop-motion (y en 3D) se ajusta a la plástica del movimiento continuo de los boxtrolls: casi un videojuego donde las cajas de cartón sirven tanto para crear acordeones fugitivos como cubículos donde dormir de forma estrictamente apilada. Además, el villano de la función, es un travesti. Vamos, que es una auténtica fiesta de la imaginación, además de una excelente noticia para todos los que seguimos enamorados de la fantasía animada.
No he visto ni A Horrible Way To Die (2010) ni Tú eres el siguiente (2011), así que mi estreno con el cine del realizador norteamericano Adam Wingard ha sido con The Guest, la película que arrancó aplausos del respetable en su presentación oficial en Sitges. Mezcla delirante de De repente, un extraño (1990), Teorema (1968) y Soldado universal (1992), la película muestra la irrupción en el seno de una familia con hijo soldado fallecido en Afganistán, de un presunto compañero de filas con el rostro y el físico del actor Dan Stevens. Al igual que en la película de Pasolini el misterioso marine se acerca a cada miembro de la familia –padre, madre, hijo, hija- revolucionándoles la vida –no hay sexo con ellos, sino ya sería un despiporre-, pero lo cierto es que lejos de ser un ángel de la guarda, el extraño acabará mostrándose como algo mucho más retorcido (y divertido). A medida que la película va enloqueciendo y los cadáveres van asomando, The Guest va ganando enteros al poseer una dirección que maneja con inteligencia los recursos del cine juvenil ochentero y la acción justiciera más expeditiva. Una mezcla interesante que convierte la película en una de las sorpresas de este festival.
Cerramos con un disparate: la película iraní A Girl Walks Home Alone At Night de la directora Ana Lily Amirpour. Descrita por algún entusiasta como un “western vampírico que cruza a Lynch con Jarmusch”, lo cierto es que esta historia de vampiros mods obsesionados con el pop contemporáneo está tan cerca de Only Lovers Left Alive (2013) como de Brácula (1997). Insoportablemente arty, aguerrida copia de clichés vistos una y mil veces, e incapaz de transmitir ninguna otro emoción que no sea la del hastío, es por el momento la peor película que hemos visto en el festival.
