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    Entrevista a José Campusano ('Placer y martirio'): "Si cuento historias de violencia es porque conozco la violencia"

    El director, guionista y productor argentino presenta 'En el barro', un ciclo dedicado a toda su obra, en Madrid.

    Placer y martirio, una de las últimas películas de José Campusano, explora la miseria de las clases más acomodadas de Argentina desde un punto de vista tan agresivo como transparente. Y, sin embargo, no supone algo radicalmente nuevo en la obra de este inclasificable director, que desde su debut cinematográfico hace casi diez años se ha propuesto representar con frialdad y total objetividad las circunstancias y miserias de todo tipo de colectivos.

    Ahora, la Casa Encendida de Madrid organiza un ciclo llamado 'En el barro. Una aproximación al cine de José Celestino Campusano', del martes 15 al sábado 19 de diciembre, presentado por el propio director. Poco antes de que diera comienzo, SensaCine tuvo ocasión de charlar con Campusano sobre su profesión, su trayectoria, y sus inquietudes.

    ¿Qué es para ti el cine? ¿Qué es lo que tendría que expresar, qué tendría que contar?

    El cine que yo hago, que nosotros hacemos, trata de registrar los verdaderos modos del habla, exponer los rostros de los verdaderos habitantes, el interior de los verdaderos hogares, la vida en las calles… pero todo de una forma autocrítica. Nuestra mirada no es nada complaciente, y a partir de ahí se espera que ese material quede como un testigo vivo que haga ver cómo es la vida en ciertos entornos, qué errores cometemos, y por qué estamos como estamos.

    ¿Cuál sería el papel a desempeñar por un director en él?

    En mi caso, es la labor de un servidor público, aunque trabajo más en una línea colectiva, no piramidal, ni como ejercicio del ego. Prefiero trabajar codo con codo con la materia prima, que es propiamente el ser humano, y en concreto ese ser humano que parece que no está destinado a aparecer en una pantalla, y menos aún a tener un papel protagonista. Nosotros le concedemos el papel protagonista a todo tipo de personas, tengan o no tengan método actoral. Es más, si no lo tienen, mejor. No tenemos ningún problema con los actores porque también son parte de la sociedad, pero sí es importante que no sean parte del mercado. No queremos que la película se legitime por los condicionantes de éste, sino por el trabajo coral.

    A parte de director y guionista, has desarrollado una prolífica carrera al mando de CineBruto, productora con unas características muy concretas. Háblanos de tu labor como productor, y de vuestro modo de hacer cine.

    De hecho, tengo dos productoras en este momento y soy socio gerente de las dos: CineBruto y CineCroma. A parte de eso, soy presidente de Cluster Audiovisual, que propone un cine que resignifique dos términos bastante vapuleados como serían "cooperativo" y "comunitario"… Nosotros apuntamos al cine que integra colectivos, y nuestros recursos se subordinan a incluir a la comunidad en materia de contenido, producción, personificación y difusión: queremos que la comunidad se apropie de las películas. Un ejemplo. Durante el rodaje de una de nuestras películas estábamos filmando la detención de un mapuche (pueblo aborigen)  y la gente que había alrededor, que según el guión debía impedir el arresto, eran mapuches de verdad. Ellos nos dijeron "Nosotros nunca trataríamos de impedir algo así sólo gritando". Yo les pregunté: "¿Cómo lo haríais entonces?". "Atacaríamos a la policía". Y la misma policía dijo "Tienen razón. Que nos peguen, que con el chaleco no duele". Fue muy lindo que se pusieran de acuerdo dos grupos tan antagónicos y se llevaran bien porque estaban haciendo arte. Los golpeados y los golpeadores, unidos y felices.

    Los argumentos de tus películas suelen girar en torno a trágicas historias urbanas con motivos recurrentes tales como el narcotráfico, las bandas de moteros, la prostitución o el heavy metal. ¿Cómo fueron surgiendo las ideas para estas películas?

    La cuestión biográfica avala mucho. Son territorios que yo conozco, pero en Fango, por ejemplo, no hay ningún atisbo ni de drogas ni de narcotráfico. Ciertos festivales del mundo programan películas latinoamericanas sólo si tienen ingredientes explosivos como sicariato, narcotráfico, degradación… pero la versión que damos nosotros es de latinos orgullosos de ser como son, que no le deben nada a nadie. La droga es un estigma, pero nunca un catalizador. Placer y martirio, una de mis últimas películas, habla de ciertos excesos de los estratos consumistas de la capital federal, lo que podemos llamar "drogas sociales!, como la devoción fálica de las mujeres, psicotrópicos, alcohol… pero no drogas propiamente dichas.  

    Pese a este ambiente de podredumbre de las élites económicas que retratas en Placer y martirio, es notorio cómo el personaje de la asistenta es de los pocos más o menos "sensatos" que aparecen en la película. ¿Se trata de algo intencionado? ¿Implica algún tipo de posicionamiento de un lado o del otro?

    En realidad no va tanto por ahí. Nosotros creemos que hay una herramienta que puede destrabar las limitaciones del propio talento y del propio intelecto, y esa herramienta es basar las películas en anécdotas de vida. Es nuestra gran herramienta. Si me pongo a desglosar cada una de mis películas te podría decir que el 70% de las secuencias están basadas en anécdotas reales. La película es así porque la realidad fue así.

    La violencia es también algo muy recurrente en tu obra, y siempre es mostrada de manera aséptica y breve. ¿Obedece esta decisión estilística a una vocación de hiperrealismo, o buscas ante todo la sorpresa, el impacto?

    Creo que hay un cine que difunde una forma de entender la violencia que es totalmente cruel, despiadada, como que hay un deleite en desgarrar los tejidos humanos. Es un cine que no sabe dialogar, sólo destruir estruendosamente, y de algún modo hacer que desde el punto de vista tú sientas que eres el que destruye, y que destruyes por una cuestión netamente vengativa y fascista. Yo, si cuento historias de violencia, es porque conozco la violencia, y la violencia no sucede con preaviso ni con deleite. Sucede con dolor, tragedia y mutilación. Y es bueno que, si ves una película y hay violencia, puedas palparla tal y como sucede, porque no es divertida, sino trágica, y muchas veces inevitable".

    Consulta la programación del evento aquí.

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