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    Nanni Moretti (‘Mia Madre’): “Hacer películas autobiográficas sin ironía es hacer una autocelebración y eso no me interesa”

    La nueva película del cineasta italiano llega a los cines este viernes 22 de enero con Margherita Buy y John Turturro.

    El cineasta italiano Nanni Moretti (Habemus Papam) nos cuenta un poco más sobre su manera de hacer cine, cómo se enfrenta él a un rodaje y habla sobre su nueva película, Mia Madre, para la cual no sólo se pone detrás de las cámaras, sino que también protagoniza.

    Este drama cómico, que se estrena el 22 de enero, gira en torno a Margherita (Margherita Buy) una directora de cine que se encuentra rodando una película con un famoso actor americano (John Turturro). Pero lejos de la realidad, Margherita lucha por no derrumbarse por la enfermedad de su madre y la desobediencia de su hija.

    Hace poco Woody Allen nos contaba que "la vida era como una colonoscopia" y que sólo se podía sobrevivir gracias al humor. ¿Está de acuerdo?

    Me impresiona un poco la analogía con la colonoscopia. Digamos que la ironía es esencial para mí, sobre todo cuando cuento temas autobiográficos. Cuando se habla de uno mismo, hacerlo sin ironía te convierte involuntariamente en ridículo. Hacer películas autobiográficas sin ironía es hacer una autocelebración y eso no me interesa. Es mi manera natural de narrar: mezclar comedia y drama; no es fruto de un cálculo, no es 30% de cómico, 70% dramático… sólo es mi manera de escribir los guiones.

    Su cine, con los años, se va volviendo cada vez más clásico, renegando de artificios y volviéndose cada vez más humilde, más humano...

    Esta película necesitaba una dirección muy discreta, lo que no quiere decir una no-dirección. Significa una dirección expresionista, no exhibicionista. Esta película no necesitaba una dirección musculosa sino una dirección que se pusiera al servicio de la humanidad de los personajes. Porque lo que cuenta en esta película es la humanidad, la emoción, la autenticidad de los personajes, casi diría de las personas.

    Por lo que respecta al estilo más clásico… hubo un periodo en el que yo rodaba sin guiones cerrados. Eran esbozos de ideas, detalles, que me interesaba poner en escena, como en Palombella rossa, Caro diario Abril. Huía del neorrealismo. Pero en mis últimas películas he trabajado ya con guiones detallados, cerrados de principio a fin. Con lo que todo resulta más clásico.

    Su protagonista, Margherita, es una directora de cine llena de inseguridades. ¿Vive así su relación con la realización cinematográfica?

    Para mí, el primer día de rodaje es como el primer día de colegio. Incluso aún hoy, cuando se acerca el primer día de rodaje, me siento angustiado, como si no estuviera preparado. Pienso que les pasa un poco a todos los directores. En mi caso es como una forma de ser. Me angustio. Me angustiaba al principio, cuando rodaba películas en Super 8, y me sigo angustiando ahora. Me parece agotador todo el proceso de rodaje. O estar siempre discutiendo las ideas de los colaboradores, me resulta muy difícil decir: "No, yo lo haría de otra manera”. Es estresante. Por eso trato de rodar con equipos pequeños. Pero cada vez cuesta más.

    En su cine siempre orbitan tanto padres como hijos. Qué es más difícil ser, ¿padre o hijo?

    Ser padre (Risas). Las equivocaciones del hijo están más justificadas, forman parte de un guion ya escrito. Sin embargo, las equivocaciones de los padres son más graves, pero son inevitables porque los padres también se equivocan. Por tanto, se trata de ganar en experiencia con las propias equivocaciones, para tratar de cometer las menos posibles.

    Una de las cosas que más me gustaron de Mia Madre fueron las escenas oníricas. Su puesta en escena no distingue su tono fantástico. Y son realmente atrevidas.

    Es que cuando pensé en ellas ya buscaba el cómo introducirlas en la película. No quería que fueran saltos bruscos de un nivel a otro. Que no hubiera niveles entre la realidad y el sueño o entre este y el recuerdo. Quería que cada nivel se entretejiera con otro nivel de manera imperceptible. Que el espectador prácticamente no se diera cuenta. El tempo de la película lo marca el devenir emocional de Margheritta y, en su dolor, cohabita todo al mismo momento y con la misma urgencia. La pena por la madre moribunda, la preocupación respecto a su hija, los problemas en el trabajo… todo ello mezclado con recuerdos, sueños y fantasías. Por tanto la película sigue el estado emocional de Margarita, que a menudo está en otra parte con respecto a donde esta ella físicamente en ese momento.

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