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La película de Stanley Kubrick tiene muchas escenas icónicas, pero quizás la más famosa es la tortura a la que someten a Alex para que sienta repulsión ante la violencia. Según informa Whatculture, la primera vez que le pusieron a Malcolm McDowell los aparatos para mantener los ojos abiertos, sufrió una lesión en la córnea. El doctor que aparece a su lado es un verdadero médico, ya que si los ojos del actor se secaban en algún momento del rodaje podía sufrir ceguera permanente.