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    Las 20 mejores escenas del cine de los 90

    La década fue especialmente prolífica en dejar clásicos para el recuerdo, así como secuencias que se nos quedarían grabadas para siempre en las retinas. En SensaCine, hacemos una recopilación de los momentos que más nos impactaron.

    Tripictures

    18: "Los sicilianos todavía tienen esos genes negros" (Amor a quemarropa, 1993)

    La película dirigida por Tony Scott -y con guión de Quentin Tarantino- seguía las andanzas de Clarence (Christian Slater) y Alabama (Patricia Arquette), una pareja de enamorados que en su huida de la mafia causaban ciertos perjuicios a terceras personas. Una de ellas era el padre de Clarence (Dennis Hopper), que se negaba a revelar el paradero de su hijo incluso tras verse rodeado por sangrientos gángsters. Tratando de no ser torturado, a este memorable personaje se le ocurría enfurecer al mafioso interpretado por Christopher Walken hablando de una hipotética ascendencia negra en los sicilianos. Como resultado de ello acababa muerto, pero su hijo seguía a salvo

    New Line Cinema

    17: La muerte de Little Bill (Boogie Nights, 1997)

    Paul Thomas Anderson se convirtió en uno de los directores a seguir de cerca con este monumental estudio de la industria pornográfica durante los años 70, mostrando un talento tras la cámara casi insultante, dada su juventud. Boogie Nights contaba con numerosas escenas para el recuerdo, pero ninguna es tan memorable como el suicidio del desdichado personaje de William H. Macy, cometido frente a sus compañeros de trabajo tras presenciar por enésima vez la infidelidad de su esposa.

    Live Entertainment

    16: Tortura a ritmo de 'rock and roll' (Reservoir Dogs, 1992)

    Quentin Tarantino se convirtió en el talento más prometedor de la industria gracias, sobre todo, a escenas como ésta. El Señor Rubio (Michael Madsen) había conseguido secuestrar a un policía y, teniéndolo a su merced, se lanzaba a un macabro baile con Stuck in the Middle with You de Stealers Wheel de fondo que culminaba con la amputación de la oreja del rehén. "Me importa una mierda lo que sepas o no sepas, te voy a torturar de todos modos", había afirmado antes. Quien avisa no es traidor.

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