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    El estudio de animación Headless nos cuenta las curiosidades de 'Un monstruo viene a verme'

    La nueva película del director J.A. Bayona ('Lo imposible') llega a las salas de cine españolas este viernes (7 de octubre). ¿Quieres conocer parte del proceso creativo de la cinta?

    UniversalPictures/HeadlessStudio

    Dos años de cambios para crear una película orgánica

    Conocer la historia exacta de Un monstruo viene a verme era el paso fundamental para poder comenzar con el proyecto. La novela de Patrick Ness llegó a las librerías en 2012, pero el equipo de Headless no tuvo noticias de su adaptación hasta dos años más tarde. "Recuerdo que ellos me empezaron a hablar del libro y la verdad es que lo conocía un poco. No lo había leído aún, pero tenía intención de hacerlo porque ya había visto las ilustraciones", comenta García.

    En cuanto estuvieron familiarizados con la historia de Conor (Lewis MacDougall), los creativos comenzaron a desatar su imaginación para una película que, al principio, "arrancó de forma muy calmada". La materialización de estos cuentos ha supuesto la implicación de la productora al 100% durante varios años. "A finales de 2014 comenzamos a hablar. En realidad, hasta 2015 no empezamos a montar el equipo, a pensar cómo se podía hacer, a diseñar algunos bocetos y lo serio, serio... vamos, lo que es empezar a producir, yo diría que fue a finales de 2015".

    Hemos tenido que cambiar cosas hasta el último momento. El pasado mes de enero aún estábamos cambiando detalles bastante importantes".

    Los cuentos no estuvieron completamente acabados hasta ocho o nueve meses antes de su estreno en España (7 de octubre). Durante los últimos dos años, el creativo ha tenido que estar constantemente en contacto con Bayona ya que, "a pesar de que no es muy estricto", siempre les daba un margen en el que indicaba qué era lo más interesante. El director catalán también consiguió cambiar de algún modo la estructura de trabajo de este equipo. "Para nosotros, este método es un poco atípico. En animación estamos acostumbrados a trabajar por orden, porque es un proceso muy laborioso. Siempre hacemos nuestro 'storyboard' y, a partir de ahí, nos movemos muy poco. Con él tuvimos que ser flexibles. Le gustaba que la película fuese orgánica y que cambiase a medida que se hacía".

    UniversalPictures/HeadlessStudio

    El reto de los animadores

    Esta flexibilidad en el método de trabajo no fue algo negativo para los animadores, pues todos los cambios introducidos por Bayona ayudaron a que los cuentos encajasen a la perfección en la película. Cada decisión posibilitó que la combinación de animación y escenas reales no fuera algo "muy brusco". El equipo ha conseguido que no exista una ruptura clara entre los distintos estilos cinematográficos y que los cuentos formen parte de la historia de una forma natural. "A nosotros era lo que más nos preocupaba, pero era una apuesta de Jota. Él tenía muy claro que iba a funcionar. Nos daba un poco de miedo que resultase un parón dentro del flujo de la película", confiesa García.

    Siempre que se tenga un cierto gusto y se deje trabajar a los artistas, todo va bien. Él tiene sus propias preferencias, sabe lo que está bien y lo que no; sabe escoger con criterio. Trabajarlo hasta el final es lo que ha hecho que terminase cuajando".

    El observar el diseño de los bocetos y, más tarde, el montaje original de la cinta ayudaba al equipo a ver su trabajo con distinta perspectiva. No solo tuvieron que pensar cómo serían los personajes protagonistas, sus movimientos, los escenarios... También estudiaron el aspecto visual de cada uno de ellos. "Hubo una temporada en la que los cuentos se estuvieron trabajando en blanco y negro. Después nos dimos cuenta de que, para que encajasen mejor, teníamos que hacerlos a color".

    Este cambio supuso una mejora "bastante grande", pero no fue la única variación llevada a cabo. García ha explicado que los planos y la historia supusieron un "toma y daca muy largo". Los animadores debían enseñar su trabajo a Bayona y este les recordaba cada detalle que debía encajar en la narración, lo que debía quedar explicado y reflejado. Todos estos consejos y cada minuto invertido en este continuo proceso ayudó a que Headless viese su temor convertido en algo que daba más vida a la película.

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