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    Arantxa Echevarría: "Carmen y Lola” habla de la situación de la mujer y, ya colateralmente, sobre la mujer gitana"

    Tras su paso por la Quincena de Realizadores de Cannes, se estrena esta cinta sobre dos adolescentes gitanas que se enamoran.

    Dos chicas adolescentes, gitanas y lesbianas han revolucionado el panorama del cine español. La responsable es Arantxa Echevarría y su película Carmen y Lola, que lleva agitando la conversación desde su estreno en la pasada Quincena de Relizadores del Festival de Cannes. La realizadora bilbaína, que se estrena en la ficción tras más de una década curtida en el mundo del documental y del cortometraje, ha querido retratar un amor prohibido a causa de las convenciones sociales de la comunidad gitana, en un ejercicio, además, que nos presenta a Rosy Rodriguez y Zaira Morales, dos jóvenes actrices que copan la pantalla. Hablamos con Echevarría de su ópera prima, que se ha estrenado este viernes en las salas españolas.

    Cuéntanos cómo fue tu primer paso a la hora de adéntrate en la comunidad gitana de cara a preparar 'Carmen y Lola'. ¿Dudaste de filmar según qué códigos de su comunidad?

    Arantxa Echevarría – Al contrario. Vengo del mundo del documental y siempre he pensado que para contar algo hay que introducir al espectador en el mundo que se está filmando. Por eso quería que la primera parte de Carmen y Lola tuviera ese tono documental: me interesaba que los espectadores se sintieran en mitad de un pedido o de un cumpleaños, en el mercadillo, etc., mostrar ciertos rasgos y códigos de esa comunidad para que una vez entraramos en la historia de amor, se olvidaran de ello y pudieran comprender que ese amor es imposible. Y me sentía muy cómoda en el mundo gitano. Fueron dos años preparando la película con ellos, seis meses de ensayos reescribiendo el guion, porque habían muchas ‘payadas’ en el texto original. Te pongo un ejemplo: en la secuencia en que Carmen se olvida de recoger a su hermana, yo había escrito que el padre la castigaba al cuarto sin cenar, y enseguida me respondieron que eso un gitano jamás lo haría, porque nunca le niega un plato a su hijo. Así que el guion fue reescribiéndose mientras ensayábamos. Fui corrigiendo y hasta que no me sentí muy segura no empecé a filmar.

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    ¿Qué fue más complicado: filmar el contexto, la comunidad gitana donde acontece la historia de ‘Carmen y Lola’, o filmar la intimidad de las chicas?

    Arantxa Echevarría – ¡Todo! [risas] Fue más difícil filmar la comunidad gitana. Soy la típica directora pegada al storyboard, incluso cuando hago documental, y la historia de amor de ellas estaba guionizada al milímetro, de las palabras a los silencios. Pero en la parte más documental de la película no tenía ningún tipo de control de lo que sucedía, no podía hacer más que seguir lo que estaba ocurriendo y confiar en Marta, mi operadora de cámara, y en Pilar, mi directora de fotografía, para lograr captar aquellas imágenes que estaba buscando.

    ¿Cómo conseguiste coordinar a tantos actores no profesionales en la película?

    Arantxa Echevarría – El casting fue muy importante. Entrevistamos a más de 1200 candidatos gitanos, y en vez de hacerles una prueba de texto, pues charlaba con ellos sobre sus vidas y sobre los temas de los que va la película. Ahí veía sí en ellos o ellas había atisbos o no de alguno de los personajes de la película. Cuando conocí a Zaira, que hace de Lola, lo que vi fue una chica con una energía super fuerte, una mirada que reta. Y la idea era que no representaran nada, sino que trataran de ser ellos. Aunque eso tenía dificultades, claro. Recuerdo que la primera vez que ensayé con Zaira y con Rosi, era una escena en le decía que tenía que mirar a Rosi con amor, ella me respondió que no se había enamorado nunca, porque tenía 16 años y era muy joven.

    Además de ser una película de un amor prohibido en mitad de la comunidad gitana, ‘Carmen y Lola’ también puede leerse como una mirada sobre la presión que sufren las mujeres por parte de la sociedad. ¿Querías hablar también de ello en tu trabajo?

    Arantxa Echevarría – ¡Claro! No sé qué soy antes, si mujer o directora de cine. Mi forma de ver la vida es muy distinta de la de un tío, para bien y para mal. Soy feminista desde la sororidad y no puedo hablar más de lo que conozco. Además, es obvio que si yo no hago nada, un hombre no va a hacerlo por mí. Así que sí, quería hablar sobre todo de la mujer, pero no sólo es algo que hago en Carmen y Lola, si no también lo he hecho en mi trabajo previo, en mis cortos y documentales. Mi idea era primero hablar de la mujer y ya colateralmente, de la mujer gitana. Para mí, esa película supone hablar de la situación de la mujer universal. Hace tan solo 40 años la situación de la mujer en España era muy distinta: no podían trabajar o gestionar sus bienes sin el permiso de sus maridos. Y se ha avanzado, pero tampoco tanto porque las decisiones importantes hoy en día en nuestro país las siguen tomando hombres.

    De hecho, en ‘Carmen y Lola’ aparecen perfiles muy distintos de mujeres. Desde las madres de las chicas, más apegadas a la tradición, hasta las protagonistas o Paqui, la maestra de Lola, que tienen otros deseos y aspiraciones.

    Arantxa Echevarría – Sí, mi objetivo era hacer un crisol de la mujer gitana, y de los distintos roles de la mujer en general. Pero también quería reflejar que, a pesar de que hay mujeres más tradicionales, algo se mueve. Por ejemplo, la madre de Lola, sí, es una mujer gitana y dominada por su marido, pero lo que quiere es lo mejor para su hija. Y quiere que su hija no sufra lo mismo que ha sufrido ella. 

    Si 150 gitanos han participado en ‘Carmen y Lola’, ¿cómo me voy a permitir el lujo de incluir algo que sea falso? El colectivo gitano ha sido demonizado a lo largo de siglos y siglos, y, claro, es obvio que la película levante suspicacias en la comunidad.

    La visión del papel de la religión en la comunidad gitana no es nada complaciente.

    Arantxa Echevarría – En esa escena sí que me tomé licencias personales, porque en vez de un pastor vemos a una pastora, y una familia gitana jamás habría ido a una pastora a pedirle ayuda. Pero quería que fuera una mujer la que reprendiera a Lola, por esa educación machista que hemos recibido. Y sí, el culto en el mundo gitano está muy enraizado. Es una institución que ha ayudado a la comunidad y se ha transformado en un pilar, pero, por otro lado, en el rito semanal del culto se separan a hombres y mujeres, y sus proclamas son muy machistas. Además, no solo creen que la homosexualidad es pecado, si no que creen que la causa es que el demonio te ha poseído.

    Con ‘Carmen y Lola’, te has visto metida en un torbellino de polémicas, tanto por parte de asociaciones de gitanas feministas como de sectores de la comunidad gitana.

    Arantxa Echevarría – Me dicen que he hecho una película de visión ‘payacentrista’, y siempre digo lo mismo: soy directora de cine, no socióloga. Me he inventado a esta familia y a los protagonistas, que pueden ser más tradicionales, pero también me he inventado a mujeres muy potentes. Una historia necesita un héroe o heroína, y un problema. Pero vamos, eso pasa en la comunidad gitana y en el mundo payo. Si 150 gitanos han participado en Carmen y Lola, ¿cómo me voy a permitir el lujo de incluir algo que sea falso? El colectivo gitano ha sido demonizado a lo largo de siglos y siglos, y, claro, es obvio que la película levante suspicacias en la comunidad. Pero la película primero se tiene que ver. Y yo entiendo que, por una parte u otra, acabe recibiendo críticas.  

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