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    Películas protagonizadas por grupos musicales infantiles de los años 80 y 90

    Aprovechamos el estreno en Netflix de 'Parchís: El documental' para analizar su paso -y el de otras bandas similares- por la gran pantalla.

    Netflix ha creado cierto revuelo con el documental sobre el grupo Parchís. La banda infantil, de gran éxito a comienzo de los años 80, cuenta todos sus secretos en una película que ya se puede disfrutar en la plataforma de 'streaming'. La formación marcó una tendencia durante aquella época y no fueron pocos los intentos de tratar de imitarla, con mayor o menor éxito. A caballo de éstos surgieron formaciones como Regaliz o los más tardíos Bom Bom Chip.

    Pero el éxito de Parchís no se limitó sólo a los escenarios y las emisoras de radio. El grupo también fue pionero al protagonizar películas que rompieron las taquillas españolas y latinoamericanas. Debido a esto, el resto de los grupos infantiles también se lanzaron a interpretar sus propias producciones. Hoy vamos a recordar a todas estas bandas y sus apariciones en estos filmes que ya han caído prácticamente en el olvido. España ya había experimentado con niños prodigio en el cine, como Joselito o Marisol, por lo que el caldo de cultivo para este tipo de productos musicales ya estaba más que preparado.

    Parchís da el salto al cine

    Fundado en el verano del año 1979, Parchís rodó su primera película sólo un año después de su fundación. Debido a su ascenso meteórico en las listas de éxitos de España tras el lanzamiento de su primer disco, la discográfica Discos Belter -que buscaba ser el referente en cuanto a grupos infantiles- firmó un jugoso contrato con el productor José Luis Bermúdez de Castro para que la banda protagonizase su primera película, La guerra de los niños. El filme no estaba escrito directamente para el grupo en un principio, por lo que dos de ellos -Gemma y Óscar- tuvieron una presencia prácticamente testimonial en el largometraje a pesar de las modificaciones que sufrió el libreto. Esto agravó los problemas en la formación, que ya tenía roces debido a los egos de unos y otros y finalmente sería uno de los detonantes que propiciaría la salida de Óscar Ferrer, a quien sustituiría en 1981 Francisco 'Frank' Díaz.

    Netflix

    La guerra de los niños, que arrasó en la taquilla española al lograr más de 1,3 millones de espectadores, tenía como director a Javier Aguirre, un todoterreno de la comedia española que ya había realizado unos años antes la cinta familiar Rocky Carambola -que tenía como principal gancho a Torrebruno. El cineasta se rodeó entonces de un buen puñado de caras conocidas de la filmografía patria, como el veterano Manuel Alexandre, Paco Camoiras e incluso las hermanas Hurtado -que habían ganado gran popularidad por sus apariciones en el concurso televisivo Un, dos tres.

    Sólo un año después, y con la incorporación de Frank al grupo, Bermúdez de Castro decidió poner en marcha la secuela de aquel gran 'hit' del cine familiar español: La segunda guerra de los niños. Para llevarla a cabo, volvió a contar con Aguirre tras las cámaras. El elenco fue prácticamente idéntico al de la primera entrega, al que se sumaron secundarios de lujo de nuestra filmografía como Francisco Vidal o José Cerro. El realizador, que también es autor del guion junto a Luis Castro y Luis Murillo, decidió meter un elemento muy de moda a comienzos de los 80: el parque de atracciones Disneyland situado en Orlando. Todos estos elementos hacían que el título fuera muy atractivo para la juventud de la época. La película, como cabría esperar, se convirtió en todo un taquillazo. Pero el público también se percató de la escasa calidad de un producto hecho deprisa y corriendo para aprovechar la fama de Parchís.

    Otros ídolos juveniles se animan

    Pese a que el grupo Enrique y Ana se fundó en el año 1977 no fue hasta 1981 cuando también decidieron dar el salto a la gran pantalla. Compartían discográfica con Parchís, por lo que, visto el éxito de La guerra de los niños y su secuela, la desaparecida de la vida en sociedad Ana Anguita Shivers y el otrora tertuliano rosa Enrique del Pozo se animaron a ponerse delante de las cámaras. El resultado fue la película Las aventuras de Enrique y Ana, una marcianada dirigida por Ramón Fernández, un cineasta que venía del llamado destape. En esta película, el dúo interpreta a una versión diferente de sí mismos, un profesor de gimnasia y su alumna, quienes se ven obligados a pasar una temporada con un estrambótico familiar. La cinta lo tiene todo: un doctor loco encarnado por Agustín González, una banda preadolescente de música punk, un vestuario demencial, Millán Salcedo de Martes y trece prestando su voz a una de las actrices protagonistas… Lamentablemente, esta fue la única incursión en el cine de la formación, que se disolvió dos años después de este estreno.

    Verano azul fue todo un fenómeno de masas en España. Como no podía ser de otra manera, a la serie emitida en Televisión Española se le quería sacar el mayor provecho posible y fue así como surgieron dos grupos musicales formados por actores que intervinieron en ella. Uno de ellos estaba compuesto por José Luis Fernández y Juanjo Artero -a quien vimos posteriormente en El comisario- y se llamó, cómo no, Pancho y Javi. El otro, con Miguel Ángel Valero y Miguel Joven, tomó el nombre de Los Pirañas -en alusión al apodo que recibía uno de ellos en la ficción. Fueron estos dos últimos los que acompañaron a una joven prodigio de la época, Macarena Camacho, en el filme Chispita y sus gorilas (1982). La cinta estuvo dirigida por Luis María Delgado, que había trabajado en el pasado con otras jóvenes estrellas como Rocío Durcal, Mónica y Miguel Ríos. El argumento es una suerte de Cenicienta cañí en la que una niña se queda huérfana de madre, por lo que se ve obligada a vivir con su padrastro y su nueva -y tirana- esposa. Contaba con la popular canción 'Comer, comer', popularizada por el dúo formado por los dos pequeños actores en su banda sonora, además de muchas otras.

    Parchís da el salto a Argentina

    Después de rodar La guerra de los niños y su secuela, Parchís ya era también todo un éxito de masas en Latinoamérica. La banda se había convertido sobre todo en un fenómeno en México y en Argentina, pero fue en este último país en el que rodaron tres de las siete películas que los cinco componentes filmaron en total. La primera de ellas fue Parchís contra el inventor invisible, producida poco después que La segunda guerra de los niños, bajo las órdenes del realizador Mario Sábato. Ésta supuso la primera incursión de cineasta porteño en el cine infantil, ya que estaba especializado mayormente en el 'thriller'. En ella, en la que ya podíamos ver a Frank en sustitución del joven Óscar, Parchís se enfrenta por primera vez a un elemento fantástico/sobrenatural: el villano es un 'mad doctor' que se vuelve invisible. A pesar del empeño de los productores, este largometraje quedó lejos del éxito en taquilla del primero estrenado por la banda, lo que no imposibilitó que trabajase en dos películas más en el país andino.

    Al año siguiente, en 1982, rodaron La magia de Los Parchís y La gran aventura de Los Parchís, también bajo la batuta de Mario Sábato, que había tomado el pseudónimo de Adrián Quiroga para sus filmes con el grupo. En la primera, que podríamos denominar como una 'feel good movie', Parchís ayuda a un mago en horas bajas a salir del bache en el que está metido. En la última película rodada fuera de las fronteras españolas, el quinteto se trasladó a tierras brasileñas, más concretamente a Río de Janeiro, las Cataratas del Iguazú y la selva misionera. En esta ocasión, la trama se centra en el secuestro de David a manos de una tribu indígena. La producción, con grandes éxitos originales del grupo como 'Hasta la vista' o 'Buenos días arcoiris', supuso el punto final a la andadura de los chicos por el cine latinoamericano. Y ya se empezaban a intuir los primeros síntomas de desgaste.

    Regaliz rueda con uno de los grandes nombres del cine español

    A pesar de que los miembros de Parchís siempre reconocieron su amistad con Regaliz -Yolanda Ventura hasta llegó a tener un amor de juventud con Jaime Benet, uno de sus componentes-, la realidad es que, junto a Enrique y Ana, eran su competencia directa. También compartían discográfica (Belter) y ésta decidió, como era de esperar, que Regaliz también diera el salto a la gran pantalla. Esta primera aventura cinematográfica fue La rebelión de los pájaros, rodada en 1982 por el cineasta Lluís Josep Comerón, quien ya había tenido su primera experiencia en el cine juvenil con la lacrimógena Dos y dos, cinco. El filme, de marcado carácter ecologista, supuso una buena primera toma de contacto del joven cuarteto frente a las cámaras... pero su gran oportunidad llegaría con su segundo trabajo.

    José Frade era uno de los grandes productores y distribuidores de los 80. Ya comentamos en un especial sobre el cine de explotación italiano su gran éxito con el alquiler doméstico de VHS -y su popular caja roja. El empresario cinematográfico también quería su propio taquillazo protagonizado por un grupo juvenil y fue entonces cuando decidió contar con un nombre de relumbrón para escribir y dirigir la segunda experiencia de Regaliz en la gran pantalla: Antonio Mercero, un tipo multidisciplinar curtido en televisión, teatro y cine, que había obtenido un gran éxito de taquilla pocos años antes con la cinta familiar Tobi. La película en cuestión se tituló Buenas noches señor monstruo y es el mejor ejemplo de cine infantil: repleta de canciones pegadizas, grandes actores del cine español -como Luis Escobar y Paul Naschy- y un guion muy divertido y entretenido, que sin duda hizo sombra a los trabajos de Parchís. Otro de los aciertos fue incluir en el reparto al madrileño Miguel Ángel Valero, muy popular gracias a su papel de Piraña en Verano azul, la serie de moda por aquel entonces.

    Parchís se despide del cine

    Tras su andadura argentina, Parchís volvió a España para rodar dos películas más, de nuevo dirigidas por Javier Aguirre -este combinó su producción con la de otra cinta protagonizada por María Jesús y su acordeón, otro de los fenómenos musicales de la época. Hablamos de Las locuras de Parchís y Parchís entra en acción. Los sucesos de la primera de ellas se sitúan justo después de los acontecimientos de La segunda guerra de los niños, por lo que estamos ante una secuela. Además, en ella decidieron repetir Manuel Aleixandre y Paco Camoiras en la piel de Don Matías y Cipri, respectivamente.

    La última película de la banda en el cine fue esta Parchís entra en acción, una alocada mezcla de policíaco y comedia juvenil, ambientada en el mundo del mercado futbolístico. A pesar de conseguir buenos números, la película no gustó demasiado a sus aún numerosos seguidores. El grupo ya sufría un acusado desgaste y Tino -el vocalista y líder- ya comenzaba a estar tentado por la discográfica Belter para hacer una carrera en solitario. Las tensiones no tardaron en aparecer e hicieron imposible el rodaje de un nuevo largometraje. Y eso que en México seguían siendo un fenómeno mundial incluso tras la marcha de Tino y la incorporación de Chus al quinteto. Poco después, a finales del año 1984, la discográfica para la que habían trabajado toda la vida se declaró en bancarrota.

    El 'boom' de Bom Bom Chip

    Parecía que ya había pasado la tendencia de las bandas infantiles en España. Entrábamos en los 90 y se intuía que los gustos viraban hacia otro tipo de formaciones como los Take That, auténticos precursores de las llamadas 'boy bands' -denominación en la que luego se incluirían a Backstreet Boys y N-Sync. Pero en 1992 surgió un grupo que, sin duda, sería el heredero del legado que dejó Parchís: Bom Bom Chip.

    WEA

    Ideado por el productor Mariano Lozano y el compositor César Sala, Bom Bom Chip se hizo muy famoso por la veraniega 'Toma mucha fruta', incluida en su disco No somos renacuajos. El tema lanzó al grupo a la fama y, poco a poco, los productores cinematográficos comenzaron a fijarse en el quinteto. Fue la compañía Sogepaq -propiedad de PRISA por aquel entonces- la que decidió llevar a la banda a la gran pantalla y puso a los mandos al televisivo Rafael Moleón. En su película, titulada El niño invisible, se transportaban hasta la Edad Media gracias al poder de una roca mágica y allí debían resolver una serie de misterios palaciegos. La cinta -que, según cuentan, costó casi 600 millones de las antiguas pesetas- sólo recaudó unos 80 millones en taquilla. Este resultado supuso el inicio de una crisis para su productora -que había firmado un acuerdo millonario con Polygram y después sería adquirida por Enrique Cerezo- y también, en gran parte, fue el culpable de la disolución del clan un año después.

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