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    San Sebastián 2019: Día de risas con ‘Thalasso’, con Houellebecq y Depardieu como dos chiflados en un hotel-balneario

    También vemos la correcta 'Pacificado' de Paxton Winters, la insufrible 'Patrick' de Gonçalo Waddington y la simplona 'Sorry We Missed You' de Ken Loach.

    Si en el cuarto día del Festival de San Sebastián nos aprisionó la mala suerte con Vendrá la muerte y tendrá tus ojos y A Dark-Dark Man, en la quinta jornada el certamen nos ha resarcido ligeramente con dos de sus propuestas para la Sección Oficial: la francesa Thalasso de Guillaume Nicloux, con el tándem Michel Houellebecq-Gérard Depardieu, y la brasileña Pacificado / Pacified de Paxton Winters, producida por Darren Aronofsky

    Me he reído con Thalasso de Guillaume Nicloux (El secuestro de Michel Houellebecq, La religiosa) lo mismo que me reí en 2017 con el documental Ni jueza, ni sumisa, sobre la excéntrica magistrada belga Anne Gruwez. Y eso, créeme, es todo un piropo. Con libreto de su director en colaboración con Daria Panchenko (Mille feuilles), este curioso experimento entre realidad y ficción se beneficia del tronchante humor absurdo que flota en el adictivo espacio formado entre la ‘stone face’ del novelista y ensayista Michel Houellebecq, de 63 años, y el rotundo actor, en físico y talante, Gérard Depardieu, de 70.

    Secuela de la inclasificable parodia El secuestro de Michel Houellebecq (2014), sobre la desaparición real del autor de El mapa y el territorio en septiembre de 2011, esta Thalasso -de talasoterapia- transcurre cinco años después. El de Reunión pasa unos días en un hotel-balneario en Cabourg, al norte de Francia, y allí coincide con el intérprete Gérard Depardieu, a quien nunca había conocido antes. Por supuesto, también sigue en contacto con sus tres inexpertos secuestradores: Mathieu (Mathieu Nicourt) -ahora con su novia Daria (Panchenko)-, Luc (Luc Schwarz) y Maxime (Maxime Lefrançois).

    La comedia va como un tiro siempre que Houellebecq y Depardieu están juntos en pantalla, bien sea debatiendo sobre la resurrección de la carne, intentando zafarse del personal del centro para fumarse unos cigarrillos y beber botellas y botellas de vino o untándose de algas para mejorar su salud. Y, con ellos, casi cualquier cosa es posible: conversaciones sobre las infinitas conquistas sexuales de Depardieu en los 70, discusiones sobre política, fe, literatura y arte moderno, admiradores tarados, reflexiones filosóficas, llamadas telefónicas (y tríos) con Sylvester Stallone, sesiones de videncia, tarot y crioterapia, elecciones presidenciales, la práctica del 69 y alusiones a Emmanuel Macron, François Hollande y la poción mágica de Astérix y Obélix. Imposible aburrirse.

    Menos fluida es la subtrama -un tanto forzada- que reúne al indefinible poeta con sus captores, que desean asegurarse de si Michel sabe por qué Ginette (Ginnete Suchotzky), la madre de Mathieu, ha abandonado con más de 80 años a su marido Dédé (André Suchotzky). Sea como fuere, recomendamos que te quedes con los mejores ingredientes de este festín, aderezado con frases de Depardieu como: “El cine es una mierda”.

    'Pacificado' / 'Pacified’: un rey depuesto en las favelas de Río

    El también director de Crude (2003) hila un drama ambientado en las favelas de Río sin recurrir a los clichés y, lo que es más importante, posponiendo con inteligencia el clímax una y otra vez. Entre precariedad y violencia, pero nunca embarrados por ellas, Winters narra con atención, casi con ternura, la historia de Tati (Cassia Gil), una chica tímida de 13 años que no sabe cómo conectar con su padre, Jaca (Bukassa Kabengele), cuando este sale de prisión en los bulliciosos días posteriores a los Juegos Olímpicos de 2016. Este, antes el ‘chefe’ de su favela, abandona muy cambiado la cárcel tras más de una década entre rejas. No tiene ninguna gana de recuperar su trono ni de retomar sus obligaciones. Pero las necesidades de su comunidad y el miedo y la envidia de su heredero Nelson (José Loreto) amenazarán su esperanza de futuro. 

    Aunque no nos ha encandilado, esta colaboración creativa de siete años entre el  guionista estadounidense y Morro dos Prazeres, al sur de Río, se deja ver por cómo lidian sus protagonistas con el terror y la guerra inminente entre las bandas de la droga y la policía pacificadora de Brasil. Todos y cada uno de ellos se ‘desenchufan’ del panorama desolador que les rodea, como anestesiados, bien sea como consecuencia de una larga reclusión (Jaca), a través de la fiesta y de la droga (Andrea), por efecto del olvido (Dona Preta) o debido a una realidad que no les brinda ni un hálito de certidumbre (Tati). 

    La película no cae en el error de responder a todos sus interrogantes y potencia la dimensión psicológica de sus personajes a través de sus actos y de detalles más insignificantes como su mirada y su caminar. “Los reyes son esclavos de la historia”, explica Jaca con pesimismo en un momento del filme. Nada es permanente, ni siquiera el tiempo que uno respira cercado por chabolas y armas, y esa certeza la tienen tanto los habitantes de la favela como el espectador, sentado expectante en su butaca. 

    Santiago Gimeno

    'Patrick': El aburrimiento tiene nombre de película

    En el Festival de San Sebastián, las butacas que antes se ocupan, sobre todo en el teatro Principal, son las de las esquinas, para poder salir en medio de la proyección sin molestar, y Patrick, una de las películas que compite en Sección Oficial, es una de las razones de que así sea. La cinta, dirigida por Gonçalo Waddington, cuenta la historia de Mário, un joven portugués que fue secuestrado cuando era un niño. Años más tarde, el protagonista aparece en una celda de París y, tras investigarle, es llevado de vuelta a su país junto a su madre. 

    El filme atrae en su inicio, con un protagonista con cara perenne de enfurruñado, obsesionado con quitar todo el vello de su cuerpo, que empalma fiesta con fiesta y tiene una página pornográfica. Pero cuando la película abandona París para situarse en Portugal, se vuelve tan aburrida que lo único que quieres es abandonar la sala de cine. Suerte la de aquellos que durante el pase han cogido los asientos buenos y se han marchado en mitad del filme. Se han librado de hora y media de escenas vacías, diálogos lentísimos y caras tristes. Solo los diez minutos finales tienen algo de sentido, con el protagonista revelando qué le ocurrió realmente y poniendo fin a su tormento. 

    Hay un momento en el largometraje en el que la madre del protagonista, lánguida y apenada, le dice a su hijo: “Esto me está matando”. Señora, a mí lo que me ha estado matando durante más de hora y media ha sido su película

    ‘Sorry We Missed You’: Más de lo mismo

    En 2016, Ken Loach se llevó la Palma de Oro en el Festival de cine de Cannes por Yo, Daniel Blake (2016), una historia sobre un hombre de 60 años que se ve atrapado en todo tipo de burocracia cuando solicita ayuda al Estado para poder subsistir. Este año, lo nuevo de Loach es Sorry We Missed You, que también ha pasado por el certamen francés y se ha podido ver en la sección Perlas del Festival de San Sebastián.  

    En esta ocasión, el director británico se ha centrado en contar la historia de Ricky, Abby y sus dos hijos; una familia que no consigue la estabilidad económica que desean, con una madre que trabaja durante todo el día como cuidadora y un padre que se mete en el negocio de entrega de paquetes. Loach muestra cómo el mundo moderno está explotando a la clase trabajadora. Una época en la que la inmediatez lo es todo y las nuevas tecnologías nos lo ponen todavía más difícil para la conciliación familiar

    Los cuatro protagonistas representan arquetipos que ya hemos visto en el cine hasta la saciedad. El padre que se preocupa por su familia y que da sermones a sus hijos, la madre dulce y mediadora, la hija inteligente y sensible superada por la situación que está viviendo en casa y el hijo adolescente y rebelde. Un apunte sobre este último: Si creías que no podía existir niño más repelente que el Carl Grimes de The Walking Dead o el Joffrey Baratheon de Juego de Tronos, enhorabuena, lo has encontrado y está en esta película

    Poco más se puede decir de este largometraje. Lo de Loach es cine social, filmes que buscan mostrar -y denunciar- una realidad que vive mucha gente. Y ya está. El realizador le da tanta importancia a la historia que nada puede destacarse de la forma en la que esta está contada. Es tan obvia y poco sutil que Sorry We Missed You es la película perfecta para mostrar en colegios, aburrir a los alumnos y luego pedirles una redacción sobre lo que han visto. Que no digo que esté mal hacer este tipo de cine, ojo, que lo de Costa-Gavras también es activismo político. Pero es que este último te cuenta las negociaciones de Yanis Varoufakis con el Eurogrupo con tanta gracia y salero en su Adults in the Room (Comportarse como adultos) (2019) que, para salir del cine con el pesimismo hinchado y recordar lo mal que está el mundo, mejor sentarse dos horas a echarse unas risas con lo que se le ha ocurrido al griego.

    Andrea Zamora

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